El pasado miércoles Guy Coponet, de 92 años, declaró en el juicio que se sigue desde el lunes contra cuatro cómplices en el asesinato del padre Jacques Hamel, degollado el 26 de julio de 2016 por dos terroristas islámicos posteriormente abatidos por la Policía
Guy Coponet tiene 92 años y fue gravemente herido en el atentado en el que el padre Hamel fue degollado. |
El sacerdote, que tenía 86 años y no
había querido jubilarse por cumplir su ministerio ante la falta de sacerdotes,
se encontraba celebrando misa en la parroquia de Saint-Étienne-du-Rouvray
cuando los dos asesinos, Abdel-Malik Petitjean y Adel
Kermiche, entraron y le acuchillaron. Ahora se juzga a tres miembros de la
banda y al instigador del crimen, ausente porque se le da por muerto en Irak al
año siguiente del crimen.
Coponet, quien perdió en abril a su
esposa Janine, también testigo del asesinato, contó al tribunal que
aquel día "hacía bueno y el padre Hamel estaba contento porque
se iba de vacaciones".
Al poco de empezar la misa, a la que
solo asistía el matrimonio Coponet y algunas religiosas, llamaron a la puerta
de la sacristía y un joven dijo que quería ver al sacerdote. La
religiosa que le abrió le dijo que le atendería después de la celebración.
El calvario del padre Hamel
Pero ya cerca de su conclusión, la
puerta de la sacristía volvió a abrirse, esta vez violentamente. En
actitud amenazante para los presentes ("nos vimos
secuestrados", afirmó el testigo), los asesinos entraron hablando en árabe,
le pusieron una cámara de fotos en las manos a Guy y agarraron al padre Hamel
para ponerlo de rodillas.
Al contar lo siguiente, al anciano se
le quebró la voz: "Sufrió... Los golpes de cuchillo los revivo como si
fuesen ahora. ¡Cuánto debió sufrir en ese momento! ¡Fue su Viernes Santo, el
padre Hamel subió al Calvario! ¡Fue horrible!"
Entonces uno le quitó la cámara de
las manos para grabar la continuación del crimen: "Le arrastraron, no
podía tenerse en pie. Él rechazó con los pies al más joven. Cuando el otro se
acercó, le dijo: '¡Vete, Satanás!' Habló
dos veces, la segunda, con autoridad, les dijo que pararan. Empezó a vomitar
sangre. Vi sus labios rojos de sangre... ¡Fue horrible!".
Tras matar al padre Hamel, se
dirigieron a Guy, diciéndole "¡Ahora te toca a ti!". Le
golpearon en los costados, en los brazos, en la garganta. Le tiraron por la
escalera, dañándole la espalda. Creyó que había llegado su hora, y empezó
a rezar un Avemaría.
Esperanza de perdón
Pero Coponet no se contentó con
relatarlo, sino que la rezó entera, en voz alta, ante el tribunal y
los asistentes. La sala quedó sobrecogida y admirada, recoge Famille Chrétienne, cuando el anciano se
emocionó al llegar al "...ahora y en la hora de nuestra muerte",
porque en aquel momento, en el que él presentía ya su final, se abrió la puerta
y alguien le ayudó.
"Su testimonio ha sido impresionante.
El tribunal agradece su resistencia y su resilencia", le dijo el
presidente.
"La sinceridad, la
humanidad, incluso el amor" que mostró Guy Coponet en su testimonio
asombraron también a su abogado, Mehana Mouhou, como confesó él
mismo a los medios de comunicación a la salida de la vista.
De hecho, uno de los acusados, Farid
Khelil, le pidió perdón y le dio la mano. "Fue formidable", dijo
también el anciano a los periodistas, "no hemos perdido el tiempo esta
mañana".
C. L.
Fuente: ReL