26 – Febrero. Sábado de la VII semana del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio
según san Marcos 10, 13-16
Acercaban a
Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo,
Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo
impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios.
En verdad os
digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en
él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.
Comentario
Después de
haber escuchado ayer la enseñanza de Jesús sobre la indisolubilidad del
matrimonio, contemplamos a unos niños que son presentados a Jesús. Una
significativa secuencia: una vez unidos para siempre el hombre y la mujer en el
matrimonio, aparecen en escena los niños, fruto de esa unión. El evangelista no
indica quiénes llevan a esos niños pero parece indicarlo con el episodio
anterior: los padres. Y es que la fama de Jesús crecía: curaba a los más
débiles, entre ellos a los niños. Es fácil imaginar a los padres que llevaban a
Jesús a sus hijos pequeños, todavía débiles, para que los bendijera, para que,
con la imposición de las manos, o con solo tocarlos, los protegiera de las
enfermedades y del poder del maligno.
Es conmovedor
fijar la mirada en Jesús rodeado de niños, jugando con ellos, sonriéndoles,
preguntándoles sus nombres, su edad...; instruyéndoles para que sean buenos
hijos de sus padres, buenos hermanos…; y hablándoles de su Padre del Cielo. Una
escena terrena y celestial a la vez: aquel momento fue una clara manifestación
de lo que ha de ser en la tierra el Reino de los Cielos, y un reflejo de cómo
será ese reino en el más allá para aquellos que en la tierra se han comportado
como niños delante de Dios. Por eso acogemos con humildad la advertencia de San
Josemaría: “No olvides que el Señor tiene predilección por los niños y por los que
se hacen como niños” (Camino, n. 872).
Josep Boira
Fuente: Opus
Dei