1 – Marzo. Martes de la VIII semana del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Marcos 10,
28-31
Pedro se puso a decirle:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En
verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o
madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba
ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e
hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos
primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Comentario
Hacía ya bastante tiempo que
Pedro y los otros discípulos seguían al Señor en sus distintos viajes, y habían
experimentado en carne propia la alegría y los sacrificios que esto comportaba.
Al escuchar las duras palabras de Jesús, el futuro pastor de la iglesia se
llenó de dudas y quizá de inquietud. Él y los demás, a diferencia del señor
rico, sí habían renunciado a sus cosas por seguir al Maestro.
Ante esto, Jesús lo tranquiliza y
le recuerda que si bien el camino del discípulo exige estar dispuesto a cargar
con la cruz de cada día, se trata en realidad de renunciar a todo aquello que
no esté de acuerdo con la nueva familia a la que ahora pertenecen, compuesta
por muchos más hermanos, hermanas, madres e hijos (v. 30).
Jesús invita a Pedro a pensar que
el camino emprendido es enteramente positivo y que los distintos sacrificios
que se nos exigen a lo largo de la vida no son arbitrarios ni tienen como
objetivo la negación sin más, sino que con ellos nos preparamos para poder ser
dignos miembros de la familia divina.
Hoy se nos recuerda que todos
estamos llamados a esta comunión de amor. Por eso, cuando nos parezca que en
nuestra vida cristiana cuentan más las renuncias que las satisfacciones,
podemos recordar las promesas del Señor, y pedirle que nos ayude a caer en la
cuenta de que el ciento por uno se experimenta cuando compartimos alegremente
la vida con las personas que tenemos alrededor, sabiéndonos parte de esta gran
familia, la familia de Dios.
Martín Luque
Fuente: Opus Dei