«Hola, buenos días, hoy Aroa nos lleva al Señor. Que pases un feliz día». Con esta frase, las Dominicas del Monasterio de San Blas irrumpen cada mañana, desde su clausura de Lerma, en la vida de miles de personas
| @vivedecristodominicaslerma |
Al amanecer
cada día, desde el Monasterio
de San Blas en Lerma, antes de las ocho de la mañana, ya ha salido
disparado el texto desde el smartphone de la clausura. Las monjas lo envían a
las 07:50 cada día, porque a las ocho ya es tarde para mucha gente que entra a
trabajar.
«El Reto» lo
escribe cada día una hermana, pero sin orden establecido.
Unos días,
una; otros días, otra. Se trata de una experiencia única, pues no es nada fácil
para un consagrado compartir su vida interior. ¡Es la esencia de “El Reto”!
Compartir desde el interior al mundo.
El Monasterio
En el Monasterio de San Blas, en Lerma (situado en la provincia
española de Burgos), vive una comunidad de 15 monjas dominicas de clausura, 12
profesas de votos solemnes y 3 profesas de votos temporales, con edades
comprendidas entre los 87 y los 26 años.
Como dominicas
contemplativas, el centro de su día constituye la alabanza al Señor, marcado
por la liturgia de las horas, intercalando ratos, de estudio, de compartir y de
trabajo.
El primer reto
El primer Reto
se escribió en mayo del 2012, pero todo comenzó unos meses antes. El 21 de
abril celebraban los cuatrocientos años de su llegada a Lerma. Todas sentían
que se estaba derramando mucha gracia, y oraron por todo el mundo.
Ese mismo día,
una chica llamada Isa, a la que no conocían y que se había convertido hacía un
año y medio, se encontraba en su casa, y experimentaba una profunda
crisis.
Sentía que no
podía más, estaba a punto de abandonar. Justo cuando estas monjas a cientos de
kilómetros estaban en esta Eucaristía de acción de gracias, ella cayó de
rodillas en su habitación y oró pidiendo ayuda al Señor.
En ese
momento, levantó la vista y vio en su estantería el libro ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?. Alguien
se lo había regalado. Es un libro que recoge testimonios de diez monjas de
diferentes Órdenes, escrito por Jesús García. En él leyó el testimonio de una
de las monjas de Lerma, y sintió que Cristo la levantaba.
Inmediatamente
se fue a buscar una Eucaristía. Eso fue un sábado. El domingo llamó al
monasterio. Le atendió Sor Leticia, y empezaron a hablar. Esta chica siguió
llamando a partir de ahí. Era una persona deseosa de saberse querida y amada
por Dios. Pero no todos sabemos amar. Entonces, llegó la petición que dio
origen al reto: «Enséñame a amar».
Pero ¿cómo se
enseña a alguien a amar? ¡Y además a distancia! Sor Leticia, aun siendo monja,
también ha tenido que aprender y descubrir que es en la oración donde Cristo
enseña a amar.
De este modo
comenzó a compartirle el final de la oración de la mañana. Fue una forma de
dejar que el Maestro de Sor Leticia fuera también el suyo.
Los primeros
mensajes fueron por SMS, porque entonces no tenían WhatsApp. Al cabo de quince
días, la joven le confesó a Sor Leticia que ese era un tesoro y que sentía la
necesidad de compartir con más gente y reenviarlo. Y así empezó el gran reto.
El alcance de
«El reto»
Durante los
ocho meses siguientes a ese primer SMS, sor Leticia, siguió escribiendo solo a
esta chica. Pero lo que vale para el corazón de una persona, también vale para
otras. Por eso ella lo reenviaba.
Actualmente,
esa chica es una gran amiga de la Comunidad. Vive muy estrechamente junto a
ellas. Ahora da testimonio de su encuentro con Cristo, del amor del Padre, de
cómo le cambió la vida al empezar a amar.
Las dominicas
de Lerma no pueden calcular a cuántas personas llega ya el reto. De hecho,
nunca han entrado en cálculos. Ellas lo envían directamente a unos setecientos
contactos, pero, a partir de ahí, se pierde la pista. Aunque de vez en cuando
les llegan testimonios que les hacen caer en la cuenta de hasta dónde puede
llegar el Señor.
Con este reto
diario podemos ser conscientes de la sed que la gente tiene de Dios, ahora que
Dios se cuele en tu bolsillo es muy fácil.
Los mensajes
de WhatsApp de Lerma llegan a grupos, parroquias, familias, jóvenes,
sacerdotes, monasterios.
Para Dios no
existen rejas
La historia
más curiosa del alcance de este reto es la de un grupo de presos de la cárcel
de Pamplona, demostrando, así como para Cristo no existen muros ni rejas.
En las
cárceles no se permite tener móviles, pero Dios se las ingenia como sea para
que llegue su palabra.
Un amigo lo
reenvía a una persona que hace labor pastoral en la cárcel. Un día está persona
se puso a leer el reto a un grupo del módulo de hombres y muchos se
emocionaron. Esa noticia llegó en un momento en el que necesitaban un empujón
del Señor. Hoy lo siguen recibiendo.
Paz en Ucrania
En el
Monasterio, las monjas no tienen televisión, pero la información sobre la
guerra en Ucrania les llega a través de familia y amigos, que tienen contacto
con el monasterio.
Estos últimos
días la oración de la comunidad monástica ha estado con una familia muy querida
por la comunidad, que está intentando salir de Ucrania. También están junto a
sus hermanas, monjas ucranianas de vida activa, que han decidido permanecer a
pesar del peligro de los bombardeos.
El reto de
estos días del Monasterio de San Blas consiste en pedir a todos los «reteros»
que se unan a ellas en oración para lograr la paz.
Si están
interesado en unirse a «El reto», puede hacerlo a través de la página web del
monasterio: www.dominicaslerma.es
Aleteia, red
global católica de información, en virtud de su misión fundacional, contribuye,
en colaboración con la Fundación
DeClausura, a comunicar la vida, espiritualidad y productos de los
monasterios contemplativos.
Matilde
Latorre
Fuente:
Aleteia





