Príncipe, 4 de marzo
Dominio público |
Martirologio Romano: San
Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en
la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la
devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún
joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de
Grodno, cerca de Vilna, en Lituania († 1484).
Etimológicamente: Casimiro =
Aquel que invoca, enseña, promueve la paz, es de origen polaco
Fecha de canonización: El
rey Segismundo presentó ante el Papa León X la solicitud para la canonización
de Casimiro luego de haberse registrado muchos milagros por su intercesión. En
1521 dicho Papa declaró a Casimiro patrón de Polonia y Lituania, pero fue
oficialmente beatificado en 1602 por el Papa Clemente VIII y por fin en 1621 su
fiesta fue extendida a la Iglesia Universal.
Patrono: de Polonia, de Lituania (proclamado por el Papa Urbano
VIII en 1636), de la Diócesis de Grodno (Bielorrusia), de los reyes, de los
príncipes, de los laicos solteros, protector contra la peste.
Breve Biografía
Su madre Isabel, hija del
emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma
porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella
en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe
tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que
practicó con sus propios hijos.
Y además de la educación que le
dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos
maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco.
El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su
mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una
altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido
secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de
Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo:
"Casimiro es un adolescente santo", y el Padre Juan escribió también:
"Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud".
Claro está que no basta con
recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores,
sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por
ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos
profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos.
En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que
lo conocieron y lo trataron.
Dicen los biógrafos de San
Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a
Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones
sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy
sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el
mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba
por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante
inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.
Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.
Otra gran devoción de Casimiro
era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado
ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba
el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y
horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.
Sus preferidos eran los pobres.
La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni
en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con
los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a
recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi
increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le
tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan
agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más
necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus
energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que
prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que
no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los
miserables y por eso el pueblo lo llamaba "el defensor de los
pobres".
Su padre quiso casarlo con la
hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la
Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso
matrimonio.
Los secretarios y otras personas
que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en
afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo
pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía
en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación
de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años
observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.
A su padre el rey le advertía con
todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno,
especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa
atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.
Casimiro llegó lo mismo que San
Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan
Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.
Se enfermó de tuberculosis, y el
4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en
todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en
Vilma, capital de Lituania.
A los 120 años de enterrado
abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera
recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio
donde lo habían sepultado era muy húmedo.
Sobre su pecho encontraron una
poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que
la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él
había propagado mucho empieza así:
Cada día alma mía, di a María su
alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc.
Hasta después de muerto quería
que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa
devoción durante toda su vida.
San Casimiro trabajó
incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y
estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este
tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven
que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos
prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con
fe.