29 – Abril. Viernes. Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, patrona de Europa
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Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así
te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie
conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso
para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Comentario
El pasaje del Evangelio elegido por la Iglesia para la memoria
litúrgica de Santa Catalina de Siena es una de las pocas conversaciones en voz
alta entre Jesús y su padre Dios recogidas en los evangelios.
El Señor se alegra por la manera divina de revelarse a los
hombres, sobre todo por los destinatarios de esa revelación. Las cosas de Dios
no son para los que se creen sabios y prudentes, sino para los pequeños. Y ser
pequeño no tiene que ver tanto con la edad sino con el corazón. Por eso se
puede aprender a ser pequeños, y Jesus añade una pista para llegar a esa
condición: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. La humildad del
corazón de Cristo es la llave que abre el tesoro de la revelación. Su
mansedumbre es la verdadera sabiduría.
Santa Catalina, como muchos santos, lo había entendido. Ella, una
mujer semianalfabeta que aprendió sola a leer, llegó a ser consejera de
príncipes y papas y es hoy Doctora de la Iglesia. Su vida profundamente mística
fue compatible con un empeño concreto en las vicisitudes de su época, incluso
en la política.
Así nosotros, sólo escuchando la voz de Dios y dejándonos
transformar por el Espíritu Santo podemos incidir en la sociedad. “Si tienes
deseos de ser grande - recomendaba San Josemaría - hazte pequeño. Ser pequeño
exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se
abandonan los niños..., rezar como rezan los niños” (prólogo de “Santo
Rosario”).
Si el Señor se alegró por la revelación de su Padre a los
pequeños, se alegrará aún más si hay muchos que se hacen pequeños, que creen,
rezan y se abandonan como hijos pequeños delante de su Padre Dios.
Giovanni Vassallo
Fuente: Opus Dei






