La Conferencia Episcopal Española
acaba de publicar el documento La ancianidad: riqueza de frutos y
bendiciones. Lo analizamos con el presidente de Vida Ascendente, que ha
participado en su redacción
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El presidente de Vida Ascendente. Foto: CEE |
¿Por qué son importantes estas
orientaciones sobre la pastoral de las personas mayores?
Las personas mayores formamos una comunidad con unas necesidades comunes que
tiene que ser conocidas, reconocidas y acompañadas, y unas virtudes que deben
ser utilizadas. Ante el número cada vez más grande de mayores, este texto da
pie a que haya una actividad pastoral relativa al mayor y con el mayor. El Papa
Francisco dio el primer paso en 2020, cuando nos invitó a todos a dar un paso
adelante para que fuese una realidad. Este documento es el segundo.
¿Cuáles son los principales
puntos? El primero es reconocer al mayor. Aunque parezca una obviedad, ni siquiera el
mayor se reconoce a sí mismo. Nadie quiere la vejez, pero es un maravilloso
regalo de Dios. Una vida larga es un regalo espléndido. Por tanto, el primer
objetivo es conocer y reconocer al mayor en su realidad. Otro aspecto tiene que
ver con nuestro compromiso con la sociedad. Tenemos la misión de ser testigos
de cómo Dios nos ha acompañado y está con nosotros. Estas evidencias dan
contundencia a la fe.
Ser mayor se ve socialmente como
algo negativo. Incluso se habla de una Iglesia envejecida como algo que evitar.
¿Qué opina?
La Iglesia tiene en su interior un inmenso tesoro, que es un ejército enorme de
testigos de vida en la fe, los mayores. No hay que verlos solo como lo hace la
sociedad, como personas que por razones de salud o fortaleza ya no son
productivas, sino todo lo contrario. El mayor tesoro que tiene la Iglesia ahora
son los mayores. El Papa nos dice que hacen falta más testimonios y menos
discursos. En esta parte de la Iglesia hay extraordinarios testigos.
¿Qué piden los mayores a la
Iglesia?
Lo primero es ser reconocidos, pero no para recibir gratitud, sino para ser
útiles a la Iglesia y a la sociedad. Si queremos que nuestro testimonio tenga
valor entre los jóvenes, lo primero que hay que hacer es reconocer este
testimonio. Las historias de nuestros mayores están fundadas en encuentros
reiterados con Dios. No es cualquier historia. La Iglesia y la sociedad nos
necesitan. Por tanto, es importante cambiar la mirada sobre los mayores, dejar
de considerarlos amortizados y ver el valor que aportan.
Claves del texto
- - CEE apuesta por la promoción de una pastoral
específica del mayor en parroquias y diócesis contando con las iniciativas
existentes.
- - Teniendo en cuenta que la vejez es una etapa que
requiere cuidados, la Iglesia se propone acompañar a las familias en esta tarea
con voluntarios formados. Incide también en la necesidad de cuidar a los
cuidadores.
- - También se compromete a reclamar los derechos de
los mayores ante problemas como pensiones bajas, viviendas no adecuadas, brecha
digital…
- - El texto muestra, además, al mayor como un
agente evangelizador más con las nuevas generaciones y con sus coetáneos.
Parece difícil en un mundo donde
prima la productividad, ¿no?
Si miras a las personas solo desde el punto de vista físico o económico, sí.
Pero la persona tiene, además de su componente físico e intelectual, el
espiritual. El físico y el intelectual decaen con el tiempo, pero el espiritual
no. Cuanto más tiempo pasa, más se fortalece. Y esa fortaleza espiritual del
mayor no solo no es despreciable, sino deseable. Pero mientras la sociedad no
atienda a lo espiritual, no verá este tesoro.
En la Iglesia se da por hecho que
los mayores ya van a la Iglesia. ¿Por qué es necesaria una pastoral específica?
Dice el Papa que la rutina es un enemigo de muerte. Hemos dado por hecho que
esta parte de la sociedad ya está reconocida y atendida. El mayor no solo
necesita una pastoral, que sí, sino ser parte activa de la Iglesia. Es cierto
que ya hay mayores en todos los rincones de la Iglesia, pero que no sea una
rutina.
En el documento también se
abordan cuestiones como la atención a las personas dependientes, el cuidado de
los cuidadores e, incluso, la soledad.
Se ven muchas facetas como la atención a los acompañantes, el papel del mayor
como agente de pastoral, la formación o la lucha contra la soledad. La soledad
no deseada es un mal tremendamente grave. El hombre no ha nacido para estar
solo, sino para estar en sociedad y actividad. Tenemos que poner todo nuestro
empeño para que así sea. Arrancar de la soledad o aliviar la soledad es una
misión ineludible.
También se presentan iniciativas
concretas, una de ellas es Vida Ascendente. ¿Cuál es su propuesta?
Ofrece un lugar en las parroquias donde los mayores se reúnen en pequeños
grupos para reflexionar sobre el Evangelio y aspectos específicos de la vida
del mayor. Esto hace que seamos escuchados. Dentro de la Iglesia hay
oportunidades para escuchar, pero lugares donde poder hablar, no tantos.
A finales de septiembre celebran
un encuentro internacional entre Fátima y Santiago. ¿De qué se trata?
Queremos unirnos, compartir lo vivido durante la pandemia, dar gracias a Dios
porque estamos aquí y visibilizar al mayor ante la Iglesia y la sociedad.
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega