El Santo Padre tomó el ejemplo de Judit para animar a ancianos y jubilados a vivir su última etapa de forma plena
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| El Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles 11 de mayo Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa |
El Papa Francisco presidió la Audiencia General este miércoles 11 de mayo
en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde explicó que “cuando se piensa en
la herencia muchas veces se piensa en los bienes y no en el bien” y aseguró que
“el bien es la mejor herencia que podemos dejar”.
Continuando con sus
catequesis acerca de la vejez, el Papa Francisco reflexionó ante los fieles
presentes en la Plaza de San Pedro acerca de un pasaje del libro de
Judit, “una heroína bíblica”.
El Santo Padre tomó el
ejemplo de Judit para animar a ancianos y jubilados a vivir su última etapa de
forma plena y explicó que “la perspectiva de la jubilación coincide para muchos
con la de un merecido y deseado descanso de actividades exigentes y
cansadas”.
“Por supuesto, hay un compromiso, gozoso y cansado, de cuidar a los
nietos; pero sabemos que hoy nacen cada vez menos niños, y los padres suelen
estar más distantes, más sujetos a los viajes, con situaciones laborales y
domésticas desfavorables”, dijo a continuación.
El Papa Francisco
lamentó que “a veces son aún más reacios a confiar espacios educativos
a los abuelos, concediéndoles sólo aquellos estrictamente relacionados con
la necesidad de asistencia”.
“Para los abuelos, una
parte importante de su vocación es sostener a los hijos en la educación
de los niños”, explicó el Papa Francisco.
Según el Santo Padre,
“los pequeños aprenden la fuerza de la ternura y el respeto por la fragilidad:
lecciones insustituibles, que con los abuelos son más fáciles de impartir y de
recibir. Los abuelos, por su parte, aprenden que la ternura y la fragilidad no
son solo signos de la decadencia: para los jóvenes, son pasajes que hacen
humano el futuro”.
A continuación, el Papa
Francisco explicó que “cuando se piensa en la herencia muchas veces se piensa
en los bienes y no en el bien. El bien es la mejor herencia que podemos
dejar”, defendió.
“Como ancianos, se
pierde un poco la vista, pero la mirada interior se hace más penetrante. Se ve
con el corazón. Uno se vuelve capaz de ver cosas que antes se le escapaban”,
aseguró el Papa Francisco.
Además, afirmó que “el
Señor no encomienda sus talentos solo a los jóvenes y a los fuertes; tiene para
todos, a medida de cada uno. La vida de nuestras comunidades debe saber
disfrutar de los talentos y de los carismas de tantos ancianos, que para el
registro están ya jubilados, pero que son una riqueza que hay que valorar”.
“Esto requiere, por
parte de los propios ancianos, una atención creativa y nueva, una disponibilidad
generosa. Las habilidades precedentes de la vida activa pierden su parte de
constricción y se vuelven recursos de donación: enseñar, aconsejar, construir,
curar, escuchar… Preferiblemente a favor de los más desfavorecidos, que no
pueden permitirse ningún aprendizaje y que están abandonados a su soledad”,
dijo el Papa Francisco.
Por último, el Papa
Francisco animó a “uno de estos días la Biblia y leer el libro de Judit y leer
esta historia de esta mujer valiente que finaliza su vida con sabiduría y con
valentía. Así me gustaría que finalizaran nuestros ancianos”.
Ardiente deseo de paz
Después de la
catequesis, el Papa Francisco saludó a los peregrinos de lengua portuguesa,
especialmente a aquellos que durante estos días se dirigen al Santuario
de Fátima, “llevando a la Virgen las alegrías y preocupaciones de sus
corazones”.
“Junto a estos hermanos
también nosotros confiamos el ardiente deseo de paz en el mundo a la Virgen
María, que nos acoge con su mirada materna”, concluyó.
Saludo pueblo de Sri
Lanka
Además, el Papa
Francisco envió un saludo especial “al pueblo de Sri Lanka, especialmente a los
jóvenes, que en los últimos tiempos han hecho oír su grito ante los retos y
problemas sociales y económicos del país”.
“Me uno a esas
autoridades religiosas para instar a todas las partes a mantener una actitud
pacífica, sin ceder a la violencia. Hago un llamamiento a todos los
responsables para que escuchen las aspiraciones del pueblo, garantizando el
pleno respeto de los derechos humanos y las libertades civiles”, pidió el Papa.
Al finalizar la
Audiencia General, el Papa Francisco se disculpó “porque hoy no podré llegar
hasta ustedes, debido a mi rodilla que todavía está mal. Deberán ustedes
caminar un poco hacia mí, y os recibiré con la mano en el corazón”.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI Prensa






