21 – Mayo. Sábado de la V semana de Pascua
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Evangelio
según san Juan 15, 18-21
Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad
lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido,
también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también
guardarán la vuestra. Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi
nombre, porque no conocen al que me envió.
Comentario
Hemos
escuchado estos días a Jesús instruyendo a sus discípulos sobre el mandato del
amor fraterno: ellos deben seguir el ejemplo que Él les ha dado, ejemplo que
servirá para que el mundo conozca y acoja a Jesús y su mensaje salvador. Pero
también les advierte de una fuerza contraria a ese amor, el odio, presente en
el mundo. Jesús ha sido blanco de ese odio, y lo serán también sus discípulos.
Pero no deben extrañarse ni atemorizarse. La persecución no es señal de
maldición ni motivo para claudicar, más bien al contrario. Ya les había dicho
el Maestro: “Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo,
digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mateo 5,11).
El mundo,
creado bueno por las manos amorosas de Dios, ha sufrido el influjo del maligno
y de nuestros pecados y parece abocado al abismo. Pero por encima de todo, está
la doctrina salvadora de Cristo: si los discípulos la proclaman fielmente, el
mundo abandonará el camino del odio a su Creador y se salvará. Nos llenan de
esperanza las palabras de Jesús a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo que le
entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino
que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Juan 3,16-17).
Ciertamente,
como escribía San Josemaría, “el "non serviam" de Satanás ha sido
demasiado fecundo”. Pero “–¿No sientes el impulso generoso de decir cada día,
con voluntad de oración y de obras, un "serviam" –¡te serviré, te
seré fiel!– que supere en fecundidad a aquel clamor de rebeldía?” (Camino,
413). Jesús nos invita a ser testigos suyos en medio del mundo, firmes en la
fe, en la esperanza y en el amor. Y si en algún momento experimentamos rechazo
al mensaje del Evangelio, recordemos las palabras del Maestro: “no es el siervo
más que su señor”, y su firme promesa: “Al que venza le daré a comer del árbol
de la vida que está en el paraíso de Dios” (Apocalipsis 2,7).
Josep Boira
Fuente: Opus
Dei