Detallan la alianza médica y de las redes sociales para impulsar el cambio de género en menores
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Helena Kerschner reconoce que nunca tuvo ningún problema de identidad de género hasta que comenzó a participar en Instagram: |
"Son todo mentiras",
"destruí mi cuerpo",
"no podía
soportarlo", "nadie me dijo que sería tan horrible"… Muchos
dicen que el creciente fenómeno de la "detransición" o vuelta a la
apariencia sexual biológica tras haber iniciado el cambio de género es en sí
misma un mito o está rodeada de mentiras. Sin embargo, los protagonistas hablan. Y cada
vez más alto: son conocidos como "detransitioners", de los que hemos publicado decenas de casos,
todos ellos arrepentidos de haber comenzado el proceso. Y en ocasiones, de
haberlo llevado a término.
Stonewall, una
de las principales organizaciones en defensa de la ideología trans y el cambio
de género, es también la encargada de difundir que "la detransición no
significa en sí misma arrepentimiento". Pero la realidad es que la mayoría
de los "detrans" no luchan por regresar -a veces sin éxito- a su
apariencia sexual biológica por un cambio de orientación, sino por la
convicción de que fueron
engañados en el proceso, mal diagnosticados o, en los peores casos,
dañados con consecuencias irreversibles.
Muestra de ello es uno de los artículos publicados por el New York Post, que trata de responder al incremento de jóvenes y
adolescentes "detrans" arrepentidos con varios ejemplos reales de perjudicados, así como de
autoridades médicas al respecto.
Es el caso de Chloe Cole -hoy de 17 años- a quien entrevistó el Post sobre
su experiencia como transgénero
desde los 12. Un año después se sinceró con sus padres y le recetaron
bloqueadores de la pubertad y testosterona; con 15 le extirparon los pechos
mediante una mastectomía y a los 16 comenzó a ser parcialmente consciente de
que había cometido un error.
"No puedo callarme:
necesito hacer algo"
Hoy no solo lucha desesperadamente contra los cambios producidos
en ella por las hormonas, bloqueadores e intervenciones, sino también contra el
lobby que le introdujo en ese mundo sin advertirle de las consecuencias.
"No puedo
quedarme callada. Necesito hacer algo al respecto y compartir mi
propia historia como advertencia", relata.
El doctor Anderson, dedicado a la psicología especializada en
género, sexualidad e identidad, alerta en primer lugar de los malos y apresurados diagnósticos
médicos sobre la comunidad trans. El mismo se define como transgénero -se
presenta como Erica- pero ello no le ciega para observar una realidad. "El
enorme aumento en el número de adolescentes que afirman su identidad trans
desafía toda explicación. Está
sucediendo algo que aún no entendemos”, escribió en su Twitter a mediados de
junio.
En este sentido, también transmitió al NYPost su
preocupación por el tratamiento en sí mismo. “Me preocupa que el auge de los
detransitioners sea el reflejo de algunos jóvenes que han realizado su viaje de género muy, muy rápido”,
dijo.
También que algunos médicos puedan estar renunciando a la
medicalización como remedio para otros factores personales o de salud mental
previos. “Cuando otros problemas importantes para un niño no se abordan
por completo [antes de la transición], los profesionales médicos están fallando
a los niños”, denunció.
Instagram o Tumblr, factorías
de disforia de género
La misma joven de 17 años remarca la importancia que tuvieron las redes sociales en su
convicción de ser una persona transgénero nada más abrirse una cuenta de
Instagram con 11 años.
"Empecé a estar expuesta a mucho contenido LGBT. Vi cómo las personas
trans obtuvieron [en internet] una cantidad abrumadora de apoyo y la cantidad
de elogios que recibieron me dijo algo, porque [en ese momento] no tenía muchos
amigos". Influida por "los ideales de belleza" transmitidos en
redes sociales, Chloe se preguntó si había "algo mal" en ella y
empezó a estar convencida de que no era lo suficientemente guapa para ser una
niña. "Sería mejor como un niño", pensó.
Su mayor miedo, no poder ser
madre
Del mismo modo, denuncia con Anderson que muchos casos como el
suyo están "siendo derivados de inmediato a tratamientos médicos [con
consecuencias] irreversibles, cuando podemos centrarnos en impulsar a estos
niños para que no odien sus propios cuerpos".
El término "de inmediato" no es metafórico. A lo largo
de todo su proceso de transición, obtuvo "la vía rápida" para
conseguir los bloqueadores de pubertad o la mastectomía. “Todos los especialistas
siguieron el modelo afirmativo [de género], no hubo mucho control durante todo
el proceso de transición. Todos
los profesionales parecían impulsar la transición, así que pensé que era el
único camino para ser feliz”, recuerda.
Sin embargo, el resultado no fue lo que esperaba. "El sistema me falló. Literalmente,
perdí órganos": la testosterona alteró toda su estructura ósea, afiló
su mandíbula y ensanchó sus hombros. Tuvo que enfrentar el aumento del bello
corporal y facial y a día de hoy tiene una gran cicatriz en el pecho que le
recuerda el momento en que le extirparon los senos. “La recuperación fue un
proceso muy gráfico y para lo que no estaba preparada. A veces ni siquiera podía soportar mirarme
a mí misma. Me daba náuseas".
Por ahora, su mayor temor es la fertilidad, pues le gustaría tener
hijos pero desconoce los efectos adversos que la testosterona puede haber
tenido en sus óvulos. Su futuro "es incierto" y, pese a que está
haciéndose pruebas con médicos, admite "estar a oscuras" en este
sentido.
Más abajo puedes ver el documental "Transformados", donde
especialistas y víctimas de la ideología LGBT cuentan su experiencia
El precio a pagar por ser blanca
y heterosexual
El caso de Helena Kerschner es
la confirmación palpable de algunos de los aspectos pronunciados por Cole,
especialmente el de cómo sin haber tenido nunca en su vida ningún problema
de identidad sexual, las comunidades online y los "especialistas" le
indujeron para tomar esta decisión. Y como ella, los casos se cuentan por
miles: solo entre 2009 y 2019, los niños derivados a transiciones de género en
Reino Unido aumentaron un 1000% en el caso de hombres biológicos y un 4.400% en
el de mujeres.
Ella es una "detrans"
de 23 años que desde los 14 pasó una temporada "aislada" y sin
muchos amigos, por lo que recurrió a internet, donde creyó sentirse aliviada al
ser acogida por una nueva comunidad: "Mi disforia fue causada por ellos.
Nunca pensé en mi género o tuve ningún problema con ser una niña antes de
[conocer la red social] Tumblr".
"Había mucha
negatividad en torno a ser una chica heterosexual, blanca y cisgénero (en
la retórica LGBT, cuando sexo y género coinciden) y me tomé esos mensajes muy
personalmente", recuerda.
“Mi disforia chocó con mis
problemas de depresión e imagen”, recordó Helena. “Llegué a la conclusión
de que nací en el cuerpo equivocado y que todos mis problemas en la vida se
resolverían si hacía la transición”, confiesa.
No fue así. Poco después de
comenzar la transición, sufrió continuos episodios de inestabilidad emocional
que culminaron en dos ingresos hospitalarios por autolesiones. Al ser
consciente, en el hospital, de su cambio, fue consciente de su error. "Vi
un montaje de fotos mías, y cuando vi cuánto cambió mi rostro y lo infeliz que
me vio, me di cuenta de que todo esto estaba mal y que no debería haberlo
hecho. Fue una época realmente oscura".
También denuncia su
sorprendentemente fácil acceso a la testosterona: solo tuvo que pedirla en
Planned Parenthood y le dieron cuatro veces más que la dosis inicial en menos
de una hora y sin consulta médica. Entre los principales efectos secundarios de
la testosterona, pueden variar desde el colesterol alto y
enfermedades cardiovasculares hasta diabetes, coágulos sanguíneos e
incluso la infertilidad.
Chloe, Helena y tantos otros
casos son, el ejemplo de que "las transiciones son cada vez más jóveves y
adecuadas", según Marcus Evans. El fue director clínico en Tavistock, la
famosa clínica británica que dirige la mayoría de cambios de género británicos,
y antes de dejar su puesto en 2019 ya denunció que los niños
"vulnerables" eran llevados a "rápidas soluciones" para
"recibir un tratamiento del que bien podrían arrepentirse".
J. M. C.
Fuente: ReL