Con esta Carta Apostólica al Pueblo de Dios, Francisco invita a superar tanto "el esteticismo que se deleita solo en la formalidad exterior, como la dejadez en la Liturgia"
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Hay que cuidar todos los aspectos de la celebración |
“Una
celebración que no evangeliza no es auténtica”. Este
es el mensaje que el Papa Francisco quiere enviar con la Carta Apostólica al Pueblo de Dios "Desiderio Desideravi". En
el día en el que se celebra la solemnidad de Pedro y Pablo, la Santa Sede ha
hecho pública esta misiva con la que el Santo Padre quiere recordar el sentido profundo de la
celebración eucarística surgida del Concilio e invitar a la formación
litúrgica.
"Desiderio desideravi" recoge el resultado de la Plenaria del Dicasterio del Culto Divino en febrero de 2019 y sigue el motu proprio "Traditionis custodes", reafirmando la importancia de la comunión eclesial en torno a la rito resultante de la reforma de la liturgia posconciliar.
Comprender la belleza de la Liturgia
No se
trata de una nueva instrucción o de un directorio con normas específicas, sino
de una meditación para comprender la belleza de la celebración litúrgica y su
papel evangelizador, que concluye con un llamamiento: "Abandonemos
la controversia para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia,
guardemos la comunión, sigamos asombrados por la belleza de la liturgia".
La fe cristiana, escribe Francisco, es un encuentro con el Jesús vivo, “y la
Liturgia nos garantiza la posibilidad de tal encuentro”.
“Quisiera
que la belleza de las celebraciones cristianas y sus necesarias consecuencias
en la vida de la Iglesia no ser desfigurado de una comprensión superficial y
reduccionista de su valor o, peor aún, de su explotación al servicio de alguna
visión ideológica, cualquiera que ésta sea”.
"Al
Cenáculo no se entra sino por la atracción de su deseo de comer la Pascua con
nosotros"
Después
de haber advertido sobre la "mundanalidad espiritual" y el
gnosticismo y el neopelagianismo que la nutren, Francisco explica que "la
participación en el sacrificio eucarístico no es nuestra conquista como si
pudiéramos jactarnos de ello ante Dios y ante nuestros hermanos" y que "la
liturgia no tiene nada que ver con un moralismo ascético: es el don pascual del
Señor que, acogido con docilidad, hace nueva nuestra vida. Al Cenáculo no se
entra sino por la atracción de su deseo de comer la Pascua con nosotros”.
Es
necesario redescubrir la belleza de la liturgia, expresa el Papa, pero este
redescubrimiento “no es la búsqueda de un esteticismo ritual que se deleita
sólo en el cuidado de la formalidad externa de un rito o se conforma con una
escrupulosa observancia de la rúbrica . Evidentemente esta afirmación no quiere en modo alguno aprobar la
actitud opuesta que confunde la sencillez con la banalidad descuidada, la
esencialidad con la superficialidad ignorante, la concreción de la acción
ritual con un funcionalismo práctico exasperado”.
Cuidar
todos los aspectos de la Liturgia
El Papa
explica que "hay que cuidar todos los aspectos de la celebración (espacio,
tiempo, gestos, palabras, objetos, ropa, canto, música,...) y evitar despojar a
la asamblea de lo que le corresponde, es decir, “el
misterio pascual celebrado en la modalidad ritual que establece la Iglesia.
Pero incluso si la calidad y la norma de la acción celebratoria estuvieran
garantizadas, esto no sería suficiente para que nuestra participación sea plena”.
Detrás
de las batallas por el rito, en definitiva, hay diferentes concepciones de la
Iglesia. No podemos decir, precisa el Pontífice, reconocer la validez del
Concilio y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la "Sacrosanctum Concilium".
La
importancia de la formación
Es
importante, prosigue el Papa, educar en la comprensión de los símbolos, y una
forma de hacerlo "es ciertamente cuidar el arte de celebrar", que
"no puede reducirse a la mera observancia de una rúbrica y ni siquiera
puede pensarse como una creatividad imaginativa, a veces salvaje, sin
reglas". El rito es en sí mismo una norma y la norma nunca es un fin en sí
mismo, sino siempre al servicio de la realidad suprema que quiere
salvaguardar”. El arte de celebrar no se puede aprender "por hacer un
curso de oratoria o de técnicas de comunicación persuasiva", se necesita
"dedicación diligente a la celebración, dejando que sea la celebración
misma la que nos transmita su arte".
Por
último, el Papa concluye la carta pidiendo a "todos los obispos,
presbíteros y diáconos, formadores de seminario, profesores de facultades
teológicas y escuelas de teología, todos los catequistas y catequistas, que
ayuden al pueblo santo de Dios a aprovechar lo que siempre ha sido la fuente primaria de
espiritualidad cristiana”, reiterando lo establecido en “Traditionis custodes”,
para que “la Iglesia pueda suscitar, en la variedad de lenguas, una y la misma
oración capaz de expresar su unidad”.
Fuente: Ecclesia