30 – Junio. Jueves de la XIII semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio según san Mateo 9, 1-8
Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla.
Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados».
Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema».
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”».
Se puso en pie
y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a
Dios, que da a los hombres tal potestad.
Comentario
La fama de Jesús se va
extendiendo y allá adónde va le presentan enfermos para que los cure. Este día
llega a Cafarnaúm, su ciudad, y le presentan a un paralítico en una camilla.
Jesús, en cuanto le ve, le dice:
“ten confianza, tus pecados te son perdonados”. Jesús mira al corazón de la
persona y por eso le dice: tus pecados te son perdonados. Sí, aquella persona
necesita ser curada, no puede valerse por sí misma, pero su corazón está
necesitado del perdón de Dios.
Los fariseos, al escuchar a
Jesús, piensan mal. Tienen un corazón mezquino, pequeño, cerrado, incapaz de
abrirse a la verdad. Se creen poseedores de la verdad y terminan por no
conocerla.
Jesús tiene con los fariseos una
conducta acogedora, les dice: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué
es más fácil decir: tus pecados te son perdonados o decir: levántate y anda?”
Y Jesús hace el milagro:
“levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. El paralítico se levanta, coge
la camilla y se marcha a su casa.
Vuelve a su casa totalmente
curado. Vuelve con el corazón limpio y con la capacidad de hacer vida normal.
Los que asisten al milagro
vuelven a su casa glorificando a Dios por las maravillas que han presenciado.
San Josemaría se maravillaba al
contemplar el perdón de Dios. Decía en una ocasión: “Si consideramos las cosas
despacio, veremos que un Dios Creador es admirable; un Dios, que viene hasta la
Cruz para redimirnos, es una maravilla; ¡pero un Dios que perdona, un Dios que
nos purifica, que nos limpia, es algo espléndido! ¿Cabe algo más paternal?
¿Vosotros guardáis rencor a vuestros hijos? ¿Verdad que no? Así Dios Nuestro
Señor, en cuanto le pedimos perdón, nos perdona del todo. ¡Es estupendo!”[1].
Jesús nos espera en el sacramento
de la penitencia para perdonarnos como perdonó al paralítico y llenar de paz
nuestros corazones por el perdón.
[1] https://opusdei.org/es-es/article/la-misericordia-...
Javier Massa
Fuente: Opus Dei