Llevar el alegre anuncio del Evangelio a todos: esa es la invitación que se desprende del mandato misionero entregado a los participantes en la misa con motivo del X Encuentro Mundial de las Familias
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Librillo del mandato misionero a las familias que pronunció el Papa Francisco |
Al
final de la misa celebrada esta tarde en la Plaza de San Pedro, en presencia
del Santo Padre, en el marco del 10º Encuentro Mundial de las Familias, se ha
entregado a los participantes el mandato misionero que les exhorta a ser
portadores del anuncio del Evangelio en el mundo.
Llevar el alegre
anuncio del Evangelio a todos: esa es la invitación que se desprende del
mandato misionero entregado a los participantes en la misa con motivo del X
Encuentro Mundial de las Familias. Se ha realizado tras la eucaristía en la
Plaza de San Pedro presidida por el Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del
Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, ante la presencia del Papa
Francisco.
El texto del
Envío Misionero de las Familias está escrito en una tarjeta, a doble cara, como
una estampita. Hoy se repartieron unos 40.000 ejemplares, mientras que mañana,
en el Ángelus, se distribuirán unas 20.000 copias.
Este es el texto del
envío misionero
Estimadas familias:
Les invito a
continuar su camino
escuchando al Padre
que les llama:
¡Sean misioneros en
los caminos del mundo!
No caminen solos.
Ustedes, jóvenes
familias, déjense guiar por los que conocen el camino,
ustedes que van
delante, sean compañeros de viaje para los demás.
Ustedes que están
perdidos por las dificultades,
no se dejen vencer
por la tristeza,
confíen en el Amor
que Dios ha puesto en ustedes,
imploren al Espíritu cada día para que lo reavive.
¡Anuncien con alegría la belleza de ser una familia!
Anuncien a los niños
y jóvenes la gracia del matrimonio
cristiano. Den
esperanza a los que no la tienen.
Actúen como si todo
dependiera de ustedes,
sabiendo que todo
debe ser confiado a Dios.
Sean los que
"cosen" el tejido de la sociedad y de una Iglesia
sinodal, creando
relaciones, multiplicando el amor y la vida.
Sean un signo de
Cristo vivo,
no tengan miedo de lo
que el Señor les pide,
ni ser generoso con
Él.
Ábranse a Cristo,
escúchenlo en el silencio de la oración.
Acompañen a los más
frágiles
Háganse cargo de los
que están solos, refugiados, abandonados.
¡Sean la semilla de
un mundo más fraternal!
¡Sean familias de
gran corazón!
¡Sean el rostro
acogedor de la Iglesia!
Y, por favor, recen,
¡recen siempre!
Que María,
nuestra Madre, les socorra cuando no haya más vino,
Sean su compañera en
el tiempo de silencio y de prueba,
les ayude a caminar
junto a su Hijo resucitado. Amén.
Sebastián
Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
Vatican News