La presidenta del Consejo Nacional de Pastoral Hispana, Elisabeth Román, se sincera con Aleteia sobre su propia vida. Y advierte: "No habrá cultura de la vida si no hay ayuda efectiva a la mujer tentada de abortar"
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| E. Roman |
La noticia de la revocación de Roe vs Wade que pone fin al aborto
como derecho en EE. UU. sigue impactando a los hispanos católicos y a sus
líderes. Aleteia conversó abiertamente con Elisabeth Román presidenta nacional
del National
Catholic Council for Hispanic Ministry, para conocer sus
impresiones.
Elisabeth Román sabe lo difícil que es decidir por la vida y
rechazar la muerte de tu propio hijo, y viceversa. Ella aceptó
durante la entrevista, que en algún momento de su vida estuvo tentada a
realizarse un aborto cuando era muy joven y universitaria.
Para ella fue un momento muy complicado recibir la invitación de
sus amigas para ir a una clínica a abortar como una solución a un problema;
pues sus alternativas parecían pocas, y los problemas en su vida parecían
muchos, con un matrimonio abocado al desastre.
Pero no se arrepiente de haber decidido por la vida de su hijo y no abortarlo; pues ella ha sido muy feliz con sus dos hijos a pesar de que fue una madre soltera divorciada. Y por supuesto, su embarazo no truncó su vida profesional.
Al contrario ha sido una vida llena de bendiciones para ella y sus
dos hijos, pues milagrosamente recibió becas para formarse a nivel de maestría;
recibió ayuda de personas cercanas para cuidar a sus bebés mientras asistía a
la universidad. Y otras veces se llevaba mochila, libros y bebés a la
universidad.
Ella recuerda cómo arrullaba a su bebé con libros de la
universidad, leyendo sus lecciones en voz alta para memorizar, estudiando y
desvelándose, fue como dormía a sus bebés entre sus brazos y piernas.
Pero nunca, se ha arrepentido de haber decidido por la vida, muy a
pesar que la vida es muy adversa en ocasiones con las mujeres.
Para Elisabeth es importante que esto no solo quede en una
resolución jurídica, sino que se trabaje para fortalecer todo un sistema
a nivel nacional que apoye a las mujeres vulnerables y a los bebés por nacer.
Pues quedan muchos pendientes por resolver a nivel político, jurídico, y
sistema de salud y adopción.
Pero la historia y testimonio de Elisabeth Román nos recuerdan,
que siempre hay una alternativa ante los problemas de la vida y los
sufrimientos que pueden pasar las mujeres embarazadas…
– Fue un día histórico para EE.
UU. con respecto al aborto, ¿qué significa esto para ti?
Como católica, como mujer de Dios, como madre, como abuela defiendo
la vida del vientre hasta la muerte. Pienso que el aborto es una situación que
puede terminar una vida que venia en camino, pero hay que ver la necesidad de
la mujer que se ve obligada a hacer eso.
Yo como mujer pienso que eso es una decisión muy traumática,
dolorosa, desesperante. Cuando una mujer toma esa decisión tiene muchas razones
y poco apoyo.
Yo estoy diciendo «vamos a apoyarlas, no abortes, tienes quien te
ayude, no abortes tu criatura. Si tú no la quieres, hay gente que la quiere,
pero te vamos a ayudar». En este país, lamentablemente, estamos
contra el aborto pero, una vez que nace el bebé nos olvidamos, ya no le
queremos dar ayuda, educación, casa, familia, plan médico. Yo fui madre soltera
y no es fácil.
Decimos que está bien defender la vida
en el vientre, pero, ¿quién la defiende cuando sale del vientre? ¿Dónde está la
iglesia? ¿Dónde están los políticos? Hay gente que está en la
frontera, pasando hambre, buscando refugio y no hay nadie para ayudarles. Ahí
entramos en conflicto porque las mismas personas que te dicen «estoy en contra
del aborto» están a favor de la pena de muerte, y no entiendo eso.
Hay ciertas contradicciones, pero la vida se defiende totalmente,
desde el vientre hasta la muerte.
– ¿Cómo
crees que lo van a recibir los católicos y la sociedad en general?
Por lo general la Iglesia, los católicos lo van a recibir de forma
positiva, pero la política es otra cosa. Vivimos en un país que defiende los
derechos del ser humano y la gente piensa que la libertad incluye al cuerpo.
Lo que a mí no me ha gusta es que el tema del aborto sea un tema
político, no debería serlo. Es una decisión muy difícil, no es fácil eliminar
una vida en tu cuerpo. Las mujeres deberían hablar con un sacerdote, con el
médico, con su mamá, con su papá, con su marido, con su novio, pero no con un
político.
– ¿Crees que esta decisión traerá
bendiciones para Estados Unidos?
Es la vida, estamos defendiendo la vida y toda vida es bendición. Esta
decisión traerá conflicto, desacuerdo, pero vida es vida y hay que
defenderla. Somos más los que defendemos la vida que los que no.
– Como madre, ¿alguna vez te pasó por
la cabeza el aborto?
Cuando entré a la universidad tenía 20 años y tenía un hijo de dos
años. A los dos años quedé embarazada, estaba en segundo año de universidad y
pensé “qué hago con un niño de cuatro años y ahora un bebé, cómo termino mis
estudios”.
Tenía unas amigas y les compartí que estaba embarazada, pero aún
no le había dicho a mi esposo y las dos me dijeron: «hay una clínica a la que
te podemos llevar». Yo me fui para mi casa pensando: «lo tengo, no termino mis
estudios; o me voy a la clínica con mis amigas».
Y ahora mi hijo va cumplir 40 años, en agosto. Terminé mi carrera,
tengo maestría, mi hijo tiene maestría y fue la mejor decisión de mi vida
porque es un gran hombre. Posiblemente en aquel momento, si me iba con las
amigas, hubiese sido algo muy egoísta porque en ese momento estaba pensando
solo en mí.
Hay momentos en que esas situaciones llegarán, vendrá alguien que
te aconsejará como lo hicieron conmigo; pero, para mí, el amor que ya le tenía
a mi hijo, era muy grande. Yo las escuché pero en mi mente sabía que no podía
hacerlo.
– ¿Con dos niños seguiste estudiando?
Sí. Cuando tuve a mi segundo hijo estaba en segundo año de
universidad, me tomé un semestre y mi madrina me lo cuidó.
En la universidad había una guardería de niños, entonces, cuando
yo empecé, me llevaba a mi hijo mayor hasta que cumplió cinco años.
– ¿Alguna vez le contaste a tu hijo lo
que pasó?
No. Nadie me lo había preguntado. En aquel momento yo estaba en un
matrimonio que sabía que no iba para ningún lugar, pero Dios siempre,
cuando te manda un hijo, te manda la manera. A veces pienso qué hubiese sido mi
vida sin ese muchacho que adoro. No me imagino mi vida sin mi hijo.
Yo sé que hay muchas personas que dicen «yo debo decidir que hacer
con mi cuerpo», pero yo pensé, en el momento en que había otro ser en mi
cuerpo, que ya no era mío.
Pensé en dejar de estudiar, para poder tener a mi hijo; pero no
solamente estudié, terminé mi bachillerato y cuando estaba para graduarme, la
universidad me dio una beca he hice mi maestría sin ningún costo. Dios te da,
siempre te apoya, siempre te responde. Mi hijo tenía que estar en este mundo porque
es un gran ser humano. Muchas veces lo miro y digo “¡qué bien decidí!”.
Soy la primera persona en mi familia que fue a la universidad. Mis
dos hijos también la terminaron y muchas veces me dicen «no sé cómo le
hiciste». Cuando yo tenía que estudiar, le leía los libros de la universidad a
mi bebé, porque no tenía tiempo para leerles libros de niños.
Tengo bachillerato en Ciencias Políticas pero, cuando estaba
graduándome, la Universidad de Illinois en Chicago me ofreció la maestría en
Administración. Mi vida ha sido de lucha.
Si mi testimonio y lo que yo viví puede ayudar a una joven que se
sienta desesperada, soy ejemplo de que hay alternativas. Dios es muy bueno, la
vida es vida y hay que valorar y proteger.
Jesús V. Picón
Fuente: Aleteia






