4 pensamientos para siempre salir a flote
En un mundo acelerado, con tantas
ocupaciones, con tantos deberes de estado que cumplir, podemos sentir
inquietudes; que nos ahogamos en medio de tanta agitación. Cuando nos faltan
las fuerzas para continuar, incluso podemos llegarnos a plantear «¿por qué hago
esto o aquello?». Podemos llegar a sentir que no podemos más. Luego, llegar a
hacer las cosas «solo por hacerlas».
Pues si la vida te da limones…
Indudablemente, todos pasaremos pruebas, adversidades y
dificultades. Es en medio de ellas que no debemos renegar, mucho menos
detenernos. Si la vida te da un limón, prepara una deliciosa limonada.
Es en medio del fuego que el oro se acrisola y en la
dificultad donde serás fuerte. En la adversidad
que tu corazón se verá fortalecido. Pasito a pasito es posible superar toda
adversidad, y recuerda: no estás solo, porque «te basta mi gracia, porque mi
fuerza se manifiesta en tu debilidad» (2 Co 12,9).
En medio de toda dificultad, de cada situación que te haga
sentir que te hundes y no puedes más, recuerda a San Josemaría Escrivá:
«Recuérdalo bien y siempre: aunque alguna vez parezca que todo
se viene abajo ¡no se viene abajo nada! Porque Dios no pierde batallas, así que
si la navecilla de tu alma se ve agitada ánclate y sujeta tu corazón al Buen
Dios que no es ajeno a tu lucha y en medio de tu adversidad está junto a ti».
Sé paciente contigo mismo
San Francisco de Sales dijo «ten paciencia con todas las cosas,
pero sobre todo contigo mismo». Es muy fácil que, ante una equivocación, ante
una duda, perdamos la paciencia con nosotros mismos y nos sumamos inquietudes.
A veces nos podemos convertir en nuestro más duro crítico y propio juez.
Recuerda una cosa: tu proceso y tu caminar los defines tú.
No pierdas nunca la paciencia contigo porque crees no avanzar al
ritmo de otros a tu alrededor. Y, sin embargo, recuerda que no puedes permanecer sentado en un
camino que está hecho para andar.
Tiempo atrás escuché una canción que me marcó. La línea que más
llevo en el corazón dice «y Tú, Jesús, que me amas y me esperas con gran
paciencia, que nunca te desesperas de mi impaciencia». Guarda en tu corazón
esta frase, porque aquel que te creó y te amó hasta el extremo, aquel que es el
único que conoce todas tus luchas, nunca se impacientará de ti. Así que ¡ánimo!
porque «si es Dios quien empuña la espada, no hay a quien temer» (Santa
Juana de Arco).
Revisa tu interior y encontrarás las fuerzas para seguir
Te invito a que revises dentro de ti y de seguro hallarás las
fuerzas que necesitas para seguir adelante en medio de todo aquello por lo que
pases.
Recuerda que no estás solo. En el camino te has encontrado con
personas cuya calidez y soporte han sido importantes en cada paso que has dado.
Detente, revisa en tu interior. Verás cómo, en todo momento, has tenido junto a
ti confidentes, apoyos. Sobre todo, personas prestas
a escucharte y acompañarte en medio de tus inquietudes.
Incluso en tus momentos de mayor dolor o dificultad, no te ha
faltado una mano amiga, un hombro sobre el cual reclinarte, un corazón que
junto al tuyo camine. Las caricias del
amor de Dios también las vas a encontrar en aquellas personas que te ayudan,
alientan, aconsejan, incluso que te corrigen si te equivocas.
Una amistad que edifica es motor seguro para seguir siempre
adelante. Por eso, aunque creas no poder más, así como en tu familia, en
aquellas personas que caminan junto a ti vas a hallar un aliento seguro que te
ayudará a seguir siempre adelante.
Pasito a pasito, ladrillo a ladrillo
Paso a paso irás avanzando, no te desalientes por lo que no
avanzaste, agradece y valora cada pequeño paso que des.
Cuidado con no dar ningún paso, con no colocar un ladrillito.
Porque la tormenta te puede alcanzar. Solo ten presente que gana quien pone el corazón en todo lo
que hace. Hoy te invito a no desanimarte, hoy te digo que
tú puedes y que, en medio de toda adversidad e inquietudes, si te sostienes de
la gracia de Dios, vas a salir adelante.
Aprecia cada ladrillito que coloques, valora la grandeza de cada
paso que des y siempre ten arraigado en tu corazón: amar es la manera más
intensa de vivir, y el amor es la respuesta a todo.
«Toda obra por el bien de los que aman a Dios» ( Rm 8,28). Ancla tu corazón con la confianza de que
eres muy amado por Dios, y que ante las inquietudes y
dificultades que hoy pasas, tendrás una victoria muy hermosa que celebrar.
No te desalientes, ten paciencia, respira, mira tu interior y
hallarás la fortaleza.
Artículo escrito por Alan Lugmania
Fuente: Catholic Link






