Stephanie Baliga sirve a los pobres y evangeliza mientras compite
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| La hermana Baliga pudo seguir cumpliendo su sueño de correr maratones pese a ser monja |
El récord del mundo de maratón femenino lo pulverizó en octubre de
2019 la keniana Brigid Kosgei con un tiempo de 2:14:04 dando su hazaña la
vuelta al mundo. Aunque sin acercarse por asomo a estos números llama la
atención el papel que en estos más de 42 kilómetros que desempeña una monja de las
Franciscanas de la Eucaristía capaz de correr el maratón sin apenas entrenar en
2 horas y 53 minutos.
Se trata de sor Stephanie
Baliga, una religiosa que precisamente se encontró profundamente con Dios
en el atletismo, y más concretamente tras una lesión muy importante que provocó
en ella tener que replantearse su vida. Decidió dejar esta carrera por
una vida religiosa, no exenta de dificultades, y ahora puede compaginar la evangelización
con su gran pasión del atletismo y los maratones. Porque Dios da el ciento por
uno.
La lesión que le acercó a Dios
Esta joven era una exitosa atleta universitaria en la Universidad
de Illinois, pero sufrió una lesión que trastocó todos sus planes de vida. “El metatarsiano de mi pie se
fracturó espontáneamente, así que pasé de estar en muy buena forma a estar
completamente fuera de forma... porque era una fractura completa así
que estuve con escayola y muletas mucho tiempo”.
En una entrevista con Catholic News Agency, esta joven franciscana
confiesa que este suceso “me
obligó a revaluar las prioridades de mi vida y darme cuenta de qué
prácticamente había puesto las carreras es este pedestal”. Era a
través de entregarse al deporte cómo definía quién era y se mostraba a los
demás.
Pero la lesión y el tiempo libre que provocó el parón hicieron que
Baliga se percatara de que la vida tal y como se la había planteado “no era sostenible”
y no tenía sentido. “Debía
revaluar por completo lo que estaba pasando en mi vida”, insiste.
Aquella Adoración Eucarística
Precisamente, fue durante este tiempo cuando empezó a juntarse con
algunos estudiantes del Centro Newman de su campus y a profundizar en la fe católica. Y entonces la
invitaron a participar en un retiro, algo a lo que accedió.
“Estaba bastante abierta a esto, y era muy claro que Jesús me estaba preparando para que estuviera
lista para ese momento”, señala la ahora monja franciscana.
Aquel retiro transformó su existencia y durante la Adoración
Eucarística asegura haber descubierto la presencia real de Jesús de una manera
nueva. “Hubo una
comprensión cada vez más intensa de su presencia y el conocimiento de que Jesús
estaba realmente allí en la Eucaristía y esto es real. Y vi que
necesitaba cambiar por completo la forma en que vivía”, relata.
"Soy una persona de
extremos"
No paso mucho tiempo desde aquella experiencia en el retiro hasta
que Stephanie Baliga se dio cuenta que Dios la estaba llamando a una vocación a
la vida religiosa. “Soy
una persona de extremos”, bromea ella. Fueron únicamente cinco meses.
En ese tiempo ella quiso seguir profundizando en la oración y en
su comunidad de fe. Además, Baliga se sintió atraída por una orden franciscana
desde que empezó este discernimiento vocacional. Esta orden de las franciscanas
de la Eucaristía le atraía especialmente por “su amor a la Eucaristía y su enfoque, así como por el
amor y trabajo con los pobres y el hecho de vivir una pobreza real”.
Otra cosa le rondaba por la cabeza a esta joven a la hora de
convertirse en monja. ¿Debería dejar de correr para siempre? Ella
consideraba que sería prácticamente imposible compaginar su vida religiosa con
el seguir corriendo. Por ello, en oración le dijo a Jesús que aceptaba dejar de
correr si era lo que Él quería.
Aceptar la voluntad de
Dios...
“Le dije a
Jesús que si realmente prefería que no volviera a correr nunca más es lo que
haría, si era lo que yo necesitaba”, confiesa. Llegar a este punto
fue “una especie de experiencia de libertad”.
Poco después, el Señor le dio un inesperado regalo al conocer a
las hermanas a cuya orden se uniría: las franciscanas de la Eucaristía de Chicago. Era una
comunidad religiosa prácticamente nueva.
Además, una de las características de esta orden, y aquí está un
punto fundamental en esta historia, es que se alienta a las hermanas a hacer ejercicio en función de
su horario. Y así Baliga ha podido seguir corriendo. “Me pongo un
pañuelo y una camiseta, y luego una falda con medios”, cuenta ella.
Varias maratones como monja
Su primera
maratón como monja lo corrió en 2011. Desde entonces participa en el
de Chicago y lo utiliza como una oportunidad para atraer a personas a formar
parte de un equipo que recauda fondos para la misión de su orden entre los
pobres.
Esta religiosa indica que “mi comunidad dirige un lugar llamado Misión de Nuestra Señora
de los Ángeles, y trabajamos con los pobres en la zona oeste de Chicago. Somos
una presencia de Jesús en este lugar, una de las peores áreas en Estados Unidos
y lidera Chicago en asesinatos este año”.
“Brindamos una presencia de paz y amor, una presencia de Jesús en
medio de la violencia y la pobreza. Alimentamos
a aproximadamente 1.000 familias al mes y proporcionamos ropa y
artículos para el hogar, mientras trabajamos también con personas mayores y
familias”.
J. Lozano
Fuente: ReL






