Durante la misa, pasada la consagración, la asamblea reza con el sacerdote el Padrenuestro. Algunas personas lo hacen abriendo las manos: ¿qué significa este gesto y qué dice el misal al respecto?
![]() |
| Pascal Deloche / Godong |
El misal es un libro
preciso y abierto. Para regular los ritos de la Misa, además de los textos
pronunciados por el celebrante y la asamblea, el libro litúrgico contiene
rúbricas. Estas indicaciones permiten saber qué debe hacer cada uno según las
circunstancias.
Pero la liturgia es, como toda Revelación, encarnada, y por eso
existen zonas grises. O mejor, posibles adaptaciones para que los gestos y las
palabras de la Misa sean entendidos por todos, en un tiempo y en un lugar.
Se proponen así varias fórmulas para
determinados momentos de la misa, relajamientos autorizados según la cultura y
los fieles que el sacerdote lleva consigo.
Y luego están
esos momentos de los que no se dice nada. Este es el caso del Padrenuestro, en
el corazón de la Misa.
Después de la Plegaria Eucarística, concluida con la doxología (“Por
Él, con Él y en Él…”), la asamblea dice -con el sacerdote que preside- la
oración «que Jesús nos enseñó».
Los epígrafes indican que el cura debe extender las manos, pero no
dicen nada sobre las manos de los fieles. Sin embargo, algunas personas también
las abren…
Todo bautizado es “sacerdote”
Litúrgicamente, este signo de las manos extendidas hacia el cielo
por parte del sacerdote es el de la mediación ascendente. El
celebrante usa ese gesto cuando ora a Dios en nombre de los fieles, haciendo de
vínculo entre la tierra y el cielo.
En
cambio, imponer las manos, es decir, extenderlas con las palmas hacia abajo, es
un signo de mediación hacia abajo. El sacerdote es entonces aquel por quien
Dios bendice a su pueblo.
Como el misal no se pronuncia, nada impide que los fieles abran
las manos en el momento del Padrenuestro.
Con ello manifiestan que la oración que rezan es una interpelación
al Padre, y que todo bautizado es, en su lugar, “sacerdote”, es decir, mediador
entre Dios y los hombres.
Esta dimensión fue subrayada de manera diferente antes de la
reforma litúrgica de 1969. En la Misa de San Pío V, el sacerdote dice el
Padrenuestro solo, y por lo tanto vuelve sus palmas solo hacia el cielo. Ahí se
destaca el sacerdocio ministerial, más que el sacerdocio bautismal.
Valdemar de Vaux
Fuente: Aleteia






