Anexo de la iglesia, la sacristía es el lugar de conservación de los vasos sagrados y los ornamentos litúrgicos. Sacerdotes y monaguillos se preparan allí para misas y celebraciones
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Fred de Noyelle / GODONG |
La sacristía es una estancia
anexa a la iglesia, con la que comunica. Su carácter es sagrado por el uso que
se hace de él.
Su propio nombre es señal de que
no es sólo un trastero, sino un lugar de oración, pues sacristía proviene del
latín sacer, que significa sagrado.
La sacristía puede ser un edificio separado del edificio
principal, como si estuviera adosado a la iglesia, o fusionarse con ella, reemplazando
a una capilla lateral completamente cerrada.
Permite conservar todos los
vasos sagrados, como cálices o ciborios, objetos litúrgicos, candelabros o
incensarios.
Sirve también como reserva
para todo lo indispensable en la liturgia. Los armarios o alacenas
contienen pues las hostias, el incienso, las velas. Las vestiduras
sacerdotales y los lienzos litúrgicos también encuentran su lugar allí.
Sacristías con historia
La historia de cada iglesia
condiciona el contenido de la sacristía. Las más antiguas han conservado en
ocasiones preciosos objetos litúrgicos.
Algunas incluso albergan un «tesoro»,
llamado así cuando las piezas tienen una especial importancia artística, como
el tesoro de Notre-Dame, que se guardaba en la sacristía.
Otras son muy simples, lo
suficientemente grandes como para almacenar lo mínimo necesario.
El cuidado de los
objetos litúrgicos y la preparación del altar suele encomendarse a los sacristanes,
que pueden ser laicos o religiosos según el lugar.
Un espacio para prepararse
La sacristía es también el lugar
de preparación de los sacerdotes. Se ponen las vestiduras litúrgicas
correspondientes a la celebración prevista. Este es también el caso de los
monaguillos.
Pero lejos de ser sólo un
guardarropa, la sacristía es también un lugar de meditación, aprovechando el
sacerdote este tiempo alejado de la multitud para prepararse, en oración, a la
celebración del oficio.
La sacristía dispone en ocasiones
de un fregadero con tapa (que también se puede llamar piscina), que
permite evacuar las aguas de purificación o elementos sagrados directamente al
suelo sin mezclarlos con las aguas residuales. En particular, se puede utilizar
para lavar manteles de altar.
Silencio, respeto
Para preservar el papel de meditación
del lugar, se recomienda respetar las oraciones de quienes se preparan para
ello y hablar en voz baja.
Siempre se coloca un crucifijo en
un lugar claramente visible para recordar el carácter sagrado del lugar.
Algunas iglesias antiguas no
tienen sacristía de la misma época: en la Edad Media, las iglesias tenían
grandes anexos (edificios conventuales, episcopales, curas, etc.) parte de los
cuales podían destinarse al servicio litúrgico. Habiendo sido destruidos estos
edificios anexos a menudo, hubo que construir una sacristía en un momento
posterior.
Sophie
Roubertie
Fuente: Aleteia