¿Qué es lo que se sabe del Anticristo? El Santo Cardenal John Henry Newman abordó este tema en cuatro sermones, basado en las enseñanzas de la Biblia y los Padres de la Iglesia
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| La Tentación de Cristo de Félix Joseph Barrias (1860). Crédito: Wikimedia Commons / Dominio público |
“Él entregó esta mirada a un
futuro no muy lejano hace más de 180 años, pero sus ideas suenan como si
hubieran sido escritas y predicadas en los tiempos de hoy”, escribe Joseph
Pronechen, autor del artículo publicado para el National Catholic Register.
En cada uno de los sermones, el
Cardenal Newman se refiere a varios pasajes de la Biblia de lo que dijo Jesús;
y entrelaza las profecías del fin de los tiempos en las visiones de los libros
de Daniel y Apocalipsis, además de secciones de las epístolas.
También aclara que ninguna de las
interpretaciones es suya.
Primer sermón: “Tiempos del Anticristo”
En este primer
sermón, el Cardenal comienza describiendo las señales del segundo
advenimiento de Cristo. Señala que habrá “una apostasía espantosa y la
manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición, es decir, como se le
llama comúnmente, el Anticristo”.
“Nuestro Salvador parece agregar
que esa señal lo precederá inmediatamente, o que Su venida la seguirá de cerca;
porque después de hablar de ‘falsos profetas’ y ‘falsos Cristos’, ‘haciendo
señales y prodigios’, ‘abundancia de iniquidad’ y ‘amor enfriándose’, y cosas por
el estilo, añade: ‘Cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las
puertas”, escribió.
San Pablo, en su Segunda Carta a
los Tesalonicenses, explica en el capítulo dos que hay un poder restrictivo que
impide que el “adversario” sea revelado, pero que se manifestará a su debido
tiempo.
Newman dice que los antiguos
consideraban que el Imperio Romano era el adversario, pero si bien el imperio
aparentemente fue destruido o desmantelado, en vista de la profecía en
Tesalonicenses, el santo creía que el Imperio Romano todavía existía de alguna
forma en sus tiempos.
Su sermón también se centra en
una de esas formas ligeramente alejadas de su época: la Revolución Francesa,
que persiguió la religión y consagró y adoró a la libertad y al hombre.
Pero el Cardenal Newman dijo que
el Anticristo será una sola persona.
“Se dice que ‘vendrá una
apostasía, y el hombre de pecado será revelado’. En otras palabras, el Hombre
de Pecado nace de una apostasía, o al menos llega al poder a través de una
apostasía, o es precedido por una apostasía, o no lo sería si no fuera por una
apostasía. Así dice el texto inspirado: ahora observe, cuán notablemente el
curso de la Providencia, como se ve en la historia, ha comentado esta
predicción”, escribió.
El Cardenal Newman reconoce un
alejamiento de la religión en las partes más civilizadas del mundo incluso en
su propia época: “¿No hay una opinión reconocida y creciente de que una nación
no tiene nada que ver con la religión; que es meramente un asunto de la
conciencia de cada uno? Ciertamente suena como el relativismo de nuestros
días”.
Newman continúa: “¿No hay un
movimiento vigoroso y unido en todos los países para derrocar a la Iglesia de
Cristo del poder y el lugar? ¿No hay un esfuerzo febril y siempre ajetreado por
deshacerse de la necesidad de la religión en las transacciones públicas? ¿Un
intento de educar sin religión? ... ¿un intento de reemplazar la religión por
completo?...”
El Cardenal Newman dice que no
nos dejemos engañar por los señuelos de Satanás: “¿Crees que es tan torpe en su
oficio como para pedirte abierta y claramente que te unas a él en su guerra
contra la Verdad? No; te ofrece cebos para tentarte. Te promete libertad civil;
te promete igualdad; te promete comercio y riqueza; te promete una condonación
de impuestos; te promete reforma... te promete iluminación –te ofrece
conocimiento, ciencia, filosofía, ampliación de la mente–. Se burla de los
tiempos pasados; se burla de toda institución que los venera”.
Finalmente, nos advierte desde
las Escrituras: “¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué
comunión la luz con las tinieblas? Salid, pues, de en medio de ellos, y
apartaos”... para que no seáis obreros juntamente con los enemigos de Dios, y
abran camino al Hombre de Pecado, el hijo de perdición”.
Segundo sermón: “La religión del
Anticristo”
En el siguiente
sermón el Cardenal Newman señala que tanto San Juan como San Pablo
describen al enemigo como caracterizado por el mismo pecado: negar a Dios (1
Juan 2: 22-23) y establecerse a sí mismo como un dios.
También señala que tanto Ireneo
como Hipólito interpretan el número de la bestia como la palabra Latinus,
o el rey latino, y cita que lo ven como el jefe del Imperio Romano restaurado.
Aunque todas las expectativas que
ha detallado hasta ahora pueden ser correctas o incorrectas, dice el Cardenal
Newman, todavía es muy útil hablar de estas cosas a la luz de lo que estaba
sucediendo en su día y, obviamente, han empeorado enormemente.
Sus palabras se adaptan al día de
hoy, como continúa y concluye: “En el estado actual de las cosas, cuando se
supone que el gran objetivo de la educación es deshacerse de las cosas
sobrenaturales, cuando se nos pide reír y burlarnos de creer en todo lo que no
vemos, y que evalúen cada declaración con la piedra de toque de la experiencia,
debo pensar que esta visión del Anticristo, como un poder sobrenatural por
venir, es una gran ganancia providencial, ya que un contrapeso a las malas
tendencias de la época”.
Tercer sermón: “La Ciudad
del Anticristo”
En el tercer
sermón el Cardenal Newman analiza lo que en las profecías se ha
cumplido y que aún quedan por cumplirse. Él muestra cómo el Imperio Romano se
disolvió, pero es difícil decir si se ha ido totalmente, porque todavía podría
existir “en un estado mutilado y decaído... si es así, algún día debe revivir”.
Con detalles tras detalles,
además de referencias bíblicas, el Cardenal Newman muestra cómo el Imperio
Romano fue castigado en gran medida a través de la espada bíblica, el hambre y
las plagas, pero aún no fue totalmente demolido, a pesar de todas las plagas,
la devastación de los bárbaros y la división en otras naciones.
¿Por qué no todavía?, pregunta el
Cardenal, y responde: Porque la “Iglesia moraba en Roma, y mientras sus hijos
sufrían en la ciudad pagana por los bárbaros, volvieron a ser la vida y la sal
de esa ciudad donde sufrieron… ¡Qué maravillosa regla de la providencia de Dios
se muestra aquí! La Iglesia santifica, pero sufre con el mundo, compartiendo
sus sufrimientos, pero aligerándolos”.
El Cardenal Newman también señala
que la Roma pagana puede ser el tipo de alguna otra gran ciudad, o tal vez de
un mundo orgulloso y engañoso, o de todas las grandes ciudades del mundo juntas
y con su gobernante de “espíritu avaricioso, lujoso, autosuficiente e
irreligioso”.
Cuarto sermón: “La
persecución del Anticristo”
En el sermón
final, el Cardenal Newman mira las Escrituras para recordarnos las
bienaventuranzas: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”, dando a entender que la
Iglesia comienza y probablemente terminará en persecución.
“Él la reconoce como suya, la
enmarcó, y la reclamará, como una Iglesia perseguida, que lleva Su cruz”, dice
el Cardenal Newman al recordar Mateo 24:21; 2 Tesalonicenses 2:9-11 y
Apocalipsis 13:13-14, diciendo que será bueno para los cristianos porque los
días se acortarán.
“Quizás no sea una persecución de
sangre y muerte, sino únicamente de arte y sutileza, no de milagros, sino de
maravillas naturales y poderes de habilidad humana, adquisiciones humanas en
manos del diablo. Satanás puede adoptar las armas de engaño más alarmantes
–puede esconderse– puede intentar seducirnos en pequeñas cosas, y así mover a
los cristianos, no todos a la vez, sino poco a poco, de su verdadera posición”,
continuó.
Luego dijo: “Sabemos que ha hecho
mucho de esta manera en el transcurso de los últimos siglos. Su política es
dividirnos y dividirnos, para desalojarnos gradualmente de nuestra roca. Y si
va a haber una persecución, tal vez sea, entonces, cuando todos estemos en
todas partes de la cristiandad tan divididos y tan reducidos, tan llenos de
cisma, tan cerca de la herejía. Cuando nos hayamos arrojado sobre el mundo, y
dependamos de él para nuestra protección, y hayamos renunciado a nuestra
independencia y nuestra fuerza, entonces él puede estallar sobre nosotros con
furia, hasta donde Dios se lo permita.”
“Entonces, de repente, el Imperio
Romano [que parece arder en varias formas en algún lugar] puede romperse, y el
Anticristo aparece como un perseguidor, y las naciones bárbaras alrededor
irrumpen. Pero todas estas cosas están en la mano de Dios y en el conocimiento
de Dios, y dejémoslas allí”, agregó.
“Es nuestro deber, como el Señor
nos muestra en el Padre Nuestro, orar: Venga tu Reino. Se haga en la tierra
como en el cielo”, concluye el Cardenal Newman.
Traducido y adaptado por Diego
López Marina. Publicado originalmente en National
Catholic Register.
Fuente: ACI Prensa






