Santa Clara de Asís comienza su carta llamando dichoso a quien tiene la posibilidad de recibir la Eucaristía en la Santa Misa
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| Monasterio de Santa Clara en Roma. Crédito: Mercedes De La Torre / ACI |
En el marco de la fiesta de Santa
Clara de Asís, que se celebra cada 11 de agosto, en la Iglesia Católica se
suele leer una emotiva carta de esta gran santa que con cariño se la envió a su
amiga Santa Inés de Praga para que acrecentara su amor por Cristo.
Esta misiva se encuentra en la
Liturgia de las Horas, también conocida como Oficio Divino o Breviario, que
contiene himnos, salmos, cánticos y oraciones que los sacerdotes y religiosos
rezan diariamente como una súplica de toda la Iglesia a Dios en diferentes
momentos del día.
Santa Clara de Asís comienza su
carta llamando dichoso a quien tiene la posibilidad de recibir la Eucaristía en
la Santa Misa y de “unirse en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza
admiran sin cesar las multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya
contemplación da nueva fuerza”.
“Cuya
benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo ilumina
suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya visión
gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial”, añade.
Al respecto, hace un llamado a
observarse diariamente en Jesucristo, quien es el espejo en el cual “brilla la
dichosa pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como puedes observar
si, con la gracia de Dios, vas recorriendo sus diversas partes”.
“Atiende al principio de este
espejo, quiero decir a la pobreza de aquel que fue puesto en un pesebre y
envuelto en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh pasmosa pobreza! El Rey de los
ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es reclinado en un pesebre”,
exalta.
En este sentido, pide considerar
la pobreza, los trabajos y penalidades que tuvo que pasar nuestro Señor “por la
redención del género humano”, incluso en la cruz para “morir en ella con la
clase de muerte más infamante”.
“De este modo, tu caridad arderá
con una fuerza siempre renovada, oh reina del Rey celestial. Contemplando,
además, sus inefables delicias, sus riquezas y honores perpetuos”.
Finalmente, Santa Clara le pide a
su amiga Santa Inés de Praga, quien fue hija de reyes y abrazó la vida
monástica, que se acuerde “de esta tu insignificante madre”, recordándole que
tiene su “agradable recuerdo grabado de modo imborrable en mi corazón”.
De acuerdo a Ibreviary.com, una
web en la que se puede encontrar gratuitamente la Liturgia de las Horas,
incluso con aplicación descargable para celulares, esta
versión de la carta de la Santa fue tomada del Libro “Escritos de
Santa Clara” del franciscano Ignacio Omaechevarría.
Por Abel
Camasca
Fuente: ACI Prensa






