Reconoce las señales con las que Dios se hace encontrar en las situaciones imprevistas de nuestra vida
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El papa Francisco está dedicando la reflexión de sus catequesis de los miércoles al discernimiento.
En la segunda nos cuenta uno de los ejemplos más
instructivos que nos ofrece la vida de san Ignacio de Loyola, con un episodio concluyente de su
vida:
“Ignacio se encuentra en casa convaleciente, después de
haber sido herido en batalla en una pierna.
Para liberarse del aburrimiento pide leer algo. A él le
encantaban los libros de caballería, pero lamentablemente en casa había
solo vidas de santos.
Un
poco a regañadientes se adapta, pero durante la lectura comienza a
descubrir otro mundo, un mundo que lo conquista y parece competir con el de los
caballeros.
Se queda fascinado por las figuras de san Francisco y de santo Domingo y siente el deseo de imitarles.
Pero también el mundo caballeresco sigue ejerciendo su
fascinación sobre él. Y así siente dentro de sí esta alternancia de
pensamientos, los caballerescos y los de los santos, que parecen ser
equivalentes.
Pero Ignacio empieza también a notar las diferencias. En su
autobiografía —en tercera persona— escribe así: «Cuando pensaba en aquello del
mundo —y en las cosas caballerescas, se entiende— se deleitaba mucho; más
cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando en ir
a Jerusalén descalzo, y en no comer sino yerbas, y en hacer todos los demás
rigores que vía haber hecho los santos; no solamente se consolaba cuando estaba
en los tales pensamientos, más aún después de dejando, q
1. EL TIEMPO
Los pensamientos del mundo, al principio son atractivos,
pero después pierden brillo y nos dejan vacíos.
Los pensamientos de Dios, al contrario, suscitan al
principio una cierta resistencia, pero cuando los acogemos, nos traen
una paz desconocida que dura mucho tiempo.
Por eso, a veces, las cosas que nos pide Dios no son tan
claras, se desarrollan en el tiempo.
El que discierne está siempre precedido por una historia,
una historia que es indispensable conocer, entender y
sopesar. Porque el discernimiento no es una especie de oráculo, como echar a
suerte dos posibilidades.
Las preguntas importantes surgen cuando en la vida hemos
hecho un tramo de camino, y es a ese recorrido que debemos volver para
entender qué estamos buscando: “¿Por qué camino en esta dirección?, ¿qué estoy
buscando?, y ahí se hace el discernimiento.
Ignacio, cuando estaba herido en la casa paterna, no pensaba
precisamente en Dios o en cómo reformar su vida, no.
Él hace su primera experiencia de Dios escuchando su propio
corazón, que le muestra una inversión curiosa: las cosas a primera vista
atractivas lo dejan decepcionado y en otras, menos brillantes, siente una paz
que dura en el tiempo.
También nosotros tenemos esta experiencia. Muchas veces
empezamos a pensar una cosa y nos quedamos ahí y luego quedamos decepcionados.
Sin embargo, hacemos una obra de caridad, hacemos algo
bueno y sentimos algo de felicidad, te viene un buen pensamiento y te viene la
felicidad, algo de alegría, es una experiencia nuestra”.
2. LA ESCUCHA
Ignacio tiene la primera experiencia de Dios escuchando a su
corazón, que le muestra lo que verdaderamente estaba buscando.
Escuchar nuestro corazón es clave para conocer qué
sucede, qué decisión debemos tomar, qué opinar sobre una situación, etc.
Esta escucha nos va capacitando, poco a poco,
para conducirnos por la vida y saber cómo actuar.
3. LA CASUALIDAD
En el discernimiento hay una
aparente “casualidad” en los acontecimientos. En el caso de san
Ignacio, todo parece nacer de un contratiempo: no había libros de caballería,
solo vidas de santos. Un contratiempo que, sin embargo, encierra un punto de
inflexión.
“Dios trabaja a través de los eventos no programables, ese
por casualidad, por casualidad me ha sucedido esto, por casualidad he visto a
esta persona, por casualidad he visto esta película, no estaba programado, pero
Dios trabaja a través de los eventos no programables, y también en los
contratiempos: “Tenía que dar un paseo y he tenido un problema en los pies, no
puedo…”. Contratiempo: ¿qué te dice Dios? ¿Qué te dice la vida ahí?
Lo hemos visto también en un pasaje del Evangelio de Mateo:
un hombre que está arando un campo se encuentra casualmente con un tesoro
enterrado. Una situación completamente inesperada. Pero lo importante es que lo
reconoce como el golpe de suerte de su vida y decide en consecuencia: vende
todo y compra ese campo (cf. 13,44).
Os doy un consejo, estad atentos a las cosas inesperadas.
Aquel que dice: “pero esto por casualidad yo no lo esperaba”.
Ahí te está hablando la vida, ¿te está hablado el Señor o te
está hablado el diablo? Alguien”.
El discernimiento es la ayuda para reconocer las
señales con las cuales el Señor se hace encontrar en las situaciones
imprevistas de nuestra vida.
Que el Señor nos ayude a sentir nuestro corazón y
a saber escuchar la realidad, para que, a partir de ella, podamos encontrar
sus llamadas en nuestra vida.
Luisa Restrepo
Fuente: Aleteia






