Miriam Esteban reflexiona acerca de qué supone ser consciente del regalo que es la vida. Dentro de pocos días, la campaña 40 Días por la Vida nos lo recordará y pondrá el foco en el apoyo a las futuras madres
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| Alena Sli | Shutterstock |
Suena
el despertador y empieza otro día más, otra nueva semana, una nueva oportunidad
para manifestar el misterio de la vida como don recibido. Nos ponemos seis
alarmas, tratamos de mendigar un minuto más de sueño, pero realmente, detrás de
la probable pereza mañanera, siempre nos aguarda la posibilidad de una verdad
moral objetiva: la vida me es dada. Se nos plantea en ese instante heroico una
gran decisión: ¿hoy voy a vivir verdaderamente
o no?
Ha llegado septiembre, cargado de ritmos frenéticos, nuevos proyectos,
ideas, ilusiones, pero también repleto de miles de obstáculos para llegar a ser
eso que se desea. Gracias a Dios, nuestro corazón no sabe poner límites al
deseo humano.
Es
más que evidente que la falta de amor a
la vida es uno de los principales problemas que tiene el
hombre en estos momentos y se convierte en la causa fundamental de otros muchos
males derivados.
La depresión, hoy en día afecta a 121
millones de personas en el mundo, muchas de ellas jóvenes,
según la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
Por otra parte, el 20% de los bebés concebidos en España no
llegan a nacer a causa del aborto.
Nos hemos impuesto una sociedad que cada vez más apuesta por ahorrarse la aventura de vivir y que desearía cambiar la familia por una asociación de “seres individuales”.
Un Encuentro que lo cambia todo
Septiembre, inicio de curso y
vuelta de vacaciones. Septiembre es un mes creativo a muchos niveles, ¿pero
dónde se encuentra la creatividad más elevada? La vida siempre es creativa gracias a un
Encuentro.
Ese Encuentro nos transmite algo
nuevo y nos infunde una alegría y esperanza que permanece incluso ante los
momentos más difíciles de la vida. Hoy en día, al igual que hace dos mil años,
somos mendigos de ese Encuentro, esa compañía, esos foros humanos de rostros
concretos que nos llevarán a pisar tierra sagrada.
Vivimos
en una sociedad que ya se ha marcado previamente en la agenda cómo construir su
realidad desde su deseo sin dejar espacio a la creatividad más elevada. Con
esta forma de proceder, todo lo que no encaje en esa agenda preestablecida
caerá sobre el hombre como una gran losa insoportable y le recordará el arduo
peso de su nacimiento.
Gracias a Dios, todo hombre nace por medio de un proceso de
gestación que implica acoger en uno mismo, un misterio lleno de incertidumbre
que escapa totalmente de nuestro control. El misterio de la realidad verdadera
que sale a nuestro encuentro. ¡Qué gran enseñanza esconde la vida ya desde sus
inicios!
Pero
en cambio, en ese empeño bobo de construir la realidad desde nuestras ideas,
nos agarramos a la fabricación de esta según nuestra medida para intentar
controlar todo por nosotros mismos, incluso la vida y la muerte.
¿Pero y si el acontecimiento de Cristo lo cambiase todo? ¿Y si el
misterio de la vida nos regalase siempre algo positivo? Tal vez te plantearías
si tu familia, tus hijos, no son realmente el obstáculo para ser eso que
deseas. ¿Y si la vida fuese el lugar del don? ¿Y si, en lugar de oprimir tu
libertad, tu familia fuera la razón que la fundamenta?
La campaña 40 Días por la Vida
El día 28 de septiembre comienza en
España la Campaña de 40 Días por la Vida .
La vida es el milagro que salva al
mundo y esto es irrevocable. Digámoslo claramente: un hijo no es un derecho
sino un don. Si reconociésemos verdaderamente este don, seríamos impulsados a
salvaguardar en todas sus etapas el misterio de la existencia.
Nuestra época nos invita a ser portavoces
de la patente necesidad que tiene la humanidad de una transformación interior
sustancial que exima al hombre del vértigo de la apertura de la vida.
“¿A dónde iré lejos de Tu aliento, adónde escaparé de
Tu mirada?”
(Salmo
138).
No podemos seguir viviendo sobre un futuro
que sea lo que nosotros anticipamos a partir de nuestras proyecciones, cuando
existe la posibilidad de elegir vivir el presente y mirar con esperanza el
porvenir. Contamos con la extraordinaria oportunidad de ser capaces de elegir
en cada segundo de nuestra vida si abrazar plenamente aquello que tenemos o si
vivir sumidos en la desesperación por aquello que no encaja con nuestros
planes.
Cada vida es el medio carnal de la apertura
a la trascendencia. Por tanto, defendamos la vida, defendamos el poder
vivir plenamente e intensamente en toda circunstancia. Aquí, ya no caben medias
tintas. Tú, ¿amas la vida? ¿te gusta vivir?
Fuente: Aleteia






