La reina de Inglaterra falleció este jueves a los 96 años de edad y tras 70 en el trono
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| El Papa y la reina de Inglaterra en el Vaticano en 2014. Foto: CNS/vatican Media |
«La reina murió en paz esta tarde
en Balmoral. El rey y la reina consorte permanecerán en Balmoral esta noche y
regresarán a Londres mañana». Con este escueto tuit ha confirmado este jueves,
8 de septiembre, a las 19:30 horas, la Casa Real británica el fallecimiento de
la reina Isabel II a los 96 años de edad.
El estado de salud de la monarca
había empeorado en los últimos meses, lo que había provocado ausencias a actos
simbólicos. Esta misma semana, recibió a la nueva primera ministra, Liz Truss,
en la residencia de Balmoral (Escocia), en lugar de en el palacio de Buckingham
como era tradición.
Poco después de conocer la
noticia, el Papa Francisco ha enviado un telegrama al sucesor, Carlos III, para
mostrar sus condolencias. «Me uno para rezar por el eterno descanso de la
difunta reina y para rendir homenaje a su vida de servicio incansable a la
nación, a su ejemplo de devoción al deber, a su testimonio inquebrantable de fe
en Jesucristo y a su firme esperanza en sus promesas», ha expresado el
Pontífice.
Con
todo, asegura al nuevo rey sus oraciones para que «Dios le sostenga con su
gracia infalible al asumir ahora sus altas responsabilidades». «Sobre usted y
todos los que aprecian la memoria de su difunta madre, invoco una abundancia de
bendiciones divina como prenda de consuelo y fortaleza en el Señor», ha
concluido.
Nada más conocer la noticia de la
muerte, el arzobispo de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de
Inglaterra y Gales, cardenal Vicent Nichols, se ha mostrado «desconsolado» por
la pérdida y ha trasladado su admiración por la forma en la que cumplió su
misión.
«Incluso en el dolor, compartido
por tantos en todo el mundo, siento una inmensa gratitud por el regalo que ha
sido la vida de Isabel II. Oramos por su descanso. Lo hacemos con confianza,
porque la fe cristiana marco su vida y su actividad», ha añadido en una
declaración.
El purpurado ha recordado uno de sus mensajes navideños, en el que reconocía que las
enseñanzas de Cristo le proporcionan un marco para vivir y que la fe había sido
«un gran consuelo en tiempos difíciles». De hecho, ha confesado que la fe de la
reina fue «una inspiración» para él mismo y para muchos y que «su sabiduría y
servicio son un legado brillante y un testimonio de fe»
«La reina Isabel II seguirá
siendo, siempre, una luz brillante en nuestra historia. Que ahora descanse en
paz. Oramos por su majestad el rey. Dios salve al rey», ha concluido.
Por su parte, el primado de la
Iglesia anglicana —Isabel II era la cabeza de esta confesión cristiana— y
arzobispo de Canterbury, Justin Welby, ha destacado de la monarca su «lealtad,
servicio y humildad constantes», que «han ayudado a dar sentido a lo que
somos».
«Como fiel discípula cristiana y
cabeza de la Iglesia de Inglaterra, vivió su fe todos los días de su vida. Su
confianza en Dios y su profundo amor por Él fueron fundamentales en la forma en
que llevó su vida, hora a hora, día a día», ha subrayado en un comunicado.
Fuente: Alfa y Omega






