El arzobispo de Santiago clausurará este año con una vigilia de oración el 30 de diciembre en la Catedral para agradecer "los dones recibidos"
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| Ecclesia |
“¡Damos gracias a Dios al clausurar
este Año Santo Compostelano, que nos invita a mirar, por
una parte, con gratitud el pasado, pero que nos
abre con tanta esperanza al futuro!”. Así iniciaba el arzobispo
de Santiago, Julián Barrio, la carta pastoral “La
alegría de la conversión: fruto del Año Santo 2021-22”
El prelado compostelano indica
que este tiempo Jubilar “ha estado marcado durante la primera parte por la incertidumbre de
la pandemia y en la segunda por una multitud extraordinaria de peregrinos que
han venido en peregrinación hasta la tumba del Apóstol. La
Iglesia en Santiago agradece a todos, en esta hora tan especial, el mantener
viva la tradición de peregrinar a Santiago y el
querer compartir con nosotros la celebración de este Año Santo que está
llegando a su fin”.
El arzobispo también afirma que el Año Santo ha sido “una experiencia de gracia del que esperamos
para nuestra Iglesia diocesana, y para toda la Iglesia en Galicia, España y el
mundo, frutos abundantes de renovación personal y comunitaria que nos ayude a ejercer la fraternidad, avivar la esperanza,
trabajar por la justicia e impulsarnos a llevar a todos la alegría del
Evangelio de Jesucristo”.
Barrio destaca, por su
importancia para el presente y el futuro de la Iglesia, la Peregrinación
Europea Jóvenes que se desarrolló del 3 al 7 de agosto: “Fueron
días inolvidables por la honda alegría, a veces desbordante, por el clima
sereno de oración compartida, de catequesis y celebraciones litúrgicas marcadas
por el encuentro con el Señor”. Y añade que “durante estos
dos años jubilares también muchas personas han acudido como visitantes y han
regresado como peregrinos al haber sentido que su corazón había sido tocado por
Dios. Y
es que la vida se transforma cuando dejamos que Dios entre en ella”.
En la segunda parte de la Carta
Pastoral, “Nuestra memoria agradecida. A los cuarenta años del Discurso
Europeísta de San Juan Pablo II”, el arzobispo afirma que el Año Santo ha sido
un “Año de gracia de Dios a quien agradecemos todos los dones que hemos
recibido a lo largo de estos dos años. La gracia que se nos ha dado es esperanza en medio de nuestras
incertidumbres y es caridad como testimonio de nuestra vida cristiana que
nos animan a vivir con espíritu de peregrinos en la vocación a la que hemos
sido llamados y en las circunstancias de nuestra vida”.
Barrio agradece al Papa
Francisco, por la prórroga de este Año Santo: “Le agradecemos además que nos
esté marcando este rumbo renovado en la Iglesia y en especial por esa mirada a
los más frágiles, a los más pobres. Desde aquí le mostramos nuestra comunión afectuosa, que se hace
oración por todas sus intenciones. Nuestro agradecimiento
también para todos los que de un modo u otro han participado durante estos dos
años en la organización del Año Jubilar Compostelano y en todas las
celebraciones”.
En este contexto, el arzobispo
recuerda también con gratitud el memorable discurso que con sentido profético
pronunciaba san Juan Pablo II en la Catedral compostelana hace cuarenta años: “Llegó
como maestro y como testigo, para confirmarnos en la fe y alentarnos en una
nueva evangelización, tan necesaria entonces como lo es hoy para el mundo”.
En la tercera parte de la
Carta, Barrio invita a vivir el presente con pasión evangelizadora: “Las
celebraciones de los Años Santos Compostelanos buscan favorecer la realización
integral de la persona y son una llamada constante a la conversión que nos ayuda a
renovarnos espiritualmente, recordando los contenidos de
nuestra fe y acogiendo la salvación para ser evangelizadores en medio de la
indiferencia religiosa, incertidumbre moral y pérdida del sentido
transcendente”. En este contexto, el prelado compostelano hace referencia a la
crisis económica y moral, la crisis de fe, desafío para la Iglesia y al Camino
de Santiago, como camino de fe: “La peregrinación cristiana se caracteriza por una expectativa que
nace de una nostalgia de infinito, de trascendencia, que tarde o temprano -
consciente o inconscientemente - emergerá. Pues la razón más profunda de la
peregrinación es la conversión al Dios vivo a través del encuentro consigo
mismo”.
La cuarta y última parte de la
Carta el arzobispo recuerda el sufrimiento de las numerosas víctimas de la
pandemia, así como del sentimiento generalizado de miedo y desconfianza: “Muchas
personas han experimentado la pérdida de familiares y amigos por causa del
virus y han traído su memoria ante el Apóstol Santiago”.
Termina Julián Barrio
recordando el objetivo de este Año Santo Compostelano expresado en su carta
pastoral de convocatoria fue “Sal de tu tierra. El Apóstol Santiago te espera.
Poneos en camino”. En este sentido invita a mirar con esperanza al futuro: “la
peregrinación es un viaje que se realiza movidos por la fe y la esperanza, y en
el que no sólo es importante el destino al que se llega, sino la experiencia de
peregrinar en sí misma, que no hacemos solos, sino con los otros, compañeros de
ruta, peregrinos como nosotros. Los esfuerzos y sacrificios de la
peregrinación, las relaciones fraternas entre los peregrinos y quienes los
acogen, provocan la lectura de un significado que enmudece la cultura
pragmática y la realidad de lo inmediato en la que vivimos. En
ese viaje aprendemos a “caminar juntos”. Esta experiencia
exige dejar de lado las actitudes individualistas y abrirnos al conocimiento de
los que caminan conmigo. Y al mismo tiempo compartir y valorar la riqueza que los
compañeros de camino me aportan”.
Fuente:
Ecclesia






