¿Descripción anticipada de los acontecimientos del futuro? ¿Presentación de una misma realidad bajo varios símbolos diferentes?
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| Shutterstock | Natalie Balchyunayte |
El
Apocalipsis fue escrito por el apóstol san Juan, al final de su vida, alrededor
del año 100, bajo la forma de una carta a las iglesias de Asia Menor, que
vivían tiempos difíciles a causa de la persecución romana.
Bastante enigmático y difícil de comprender, es un libro que puede
generar muchos errores de interpretación –
como ya sucedió muchas veces, a lo largo de la historia, al no observarse con
cuidado el modo con el que la Iglesia lo interpreta.
El emperador romano Domiciano (81-96) realizó una fuerte persecución a
los cristianos, habiendo deportado a san Juan, que era el obispo de Éfeso, a la
isla de Patmos.
Al mismo tiempo, los cristianos eran hostilizados por los judíos y
esperaban el regreso de Cristo, que no sucedía, para librarlos de todos los males.
Fue en ese contexto que el
apóstol escribió el Apocalipsis: para consolar y animar a
los cristianos de las ya innumerables comunidades de Asia Menor.
Apocalipsis, del griego, apokálypsis (revelación),
era un género literario que se volvió común entre los judíos tras el exilio de
Babilonia (587-535 a.C).
El Apocalipsis de san Juan describe el fin de los tiempos, cuando
Dios juzgará a los hombres. Esa intervención de Dios sacude la naturaleza
(fenómenos cósmicos), con mucha simbología y números.
¿Predicción del futuro?
El Apocalipsis no pretende dar una
descripción anticipada de los acontecimientos del futuro, sino presentar una
misma realidad bajo varios símbolos diferentes. Y todo
está hecho con un lenguaje intencionalmente figurado para despertar la atención
del lector, acostumbrado al género apocalíptico usado por los judíos.
Algunos símbolos tienen un significado preciso: el cordero
simboliza a Cristo. La mujer, a la Iglesia o a la Virgen María. El dragón, a
las fuerzas hostiles al Reino de Dios. Las dos bestias (cap 13), al Imperio
Romano y al culto imperial. La bestia (cap 17) simboliza a Nerón. Babilonia, a
la Roma pagana. Los vestidos blancos, la victoria. El número tres y medio, cosa
nefasta o caduca. Pero esos símbolos no son exclusivos; el Cristo está, a
veces, representado como el «hijo del hombre» o el caballero.
Victoria final
Deja clara la imposibilidad de
escaparse a la lucha y al sufrimiento, a las persecuciones y al fracaso aparente
en el plano terrenal. También afirma la realidad de la salvación y la victoria
final, que es obra de Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.
El mensaje principal del libro es que Dios es el Señor de la
historia de los hombres. Y que, al final, habrá la victoria de los justos, a pesar del
sufrimiento y la muerte.
Muestra la vida de la Iglesia en la tierra como una continua lucha
entre Cristo y Satanás, indicando que al final habrá el triunfo definitivo del
Reino de Cristo, que implica la resurrección de los muertos y la renovación de
la naturaleza material.
Las calamidades que son presentadas no deben ser interpretadas al
pie de la letra. Dios sabe y sabrá conducir a la humanidad, a través de los
sufrimientos, a la victoria del bien sobre el mal.
Felipe Aquino
Fuente: Aleteia






