El párroco, que lleva 40 pueblos de Burgos, lo explica en un vídeo de CreoTV
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Un párroco rural puso en marcha todo un movimiento para recuperar un monasterio abandonado |
Juan Miguel Gutiérrez es el párroco de 42 pueblos de varios valles
en la provincia de Burgos -Valdivielso, Manzanedo, las Merindades...-, de los
que el mayor es Villarcayo
(de 4.200 habitantes). De esos pueblecitos, hay 16 que, todos juntos, apenas suman 120 habitantes.
“También hay
un monasterio”, le dijeron los vecinos cuando llegó a la zona hace 16
años, a finales de 2006.
Al principio, le costó encontrarlo: estaba completamente tomado
por la maleza, escondido en una zona remota. Estaba abandonado desde que el ministro Mendizábal decretara en
1835 la expulsión de los monjes cistercienses que habían vivido en el
lugar desde el siglo XIII. “Había muchos vecinos que ni siquiera habían oído
hablar de él”, asegura el sacerdote.
Lo asombroso es que 15 años después, ese edificio abandonado y de bóvedas derruidas (excepto
las de la iglesia), está movilizando a cientos de voluntarios
y atrae a miles de visitantes. Por eso, este párroco piensa que en cierto
sentido se puede hablar de "milagro".
La situación inicial era desoladora: el claustro había sido expoliado y muchas de sus piedras
habían desaparecido, víctimas del vandalismo y el saqueo. O, simplemente,
la gente de la zona necesitaba piedras para graneros y cercados. Se sabe que
algunas estatuas de santos se utilizaron para el relleno de una presa cercana.
"Era una ruina
muy romántica en el sentido propio de la palabra, ese abandono, maleza y la
arquitectura que asomaba", recuerda.
Empezó con lo más antiguo: enterrar a los
muertos
Con cierta ingenuidad, pensó: "Con esto podemos hacer
algo". Primero pensó en cosas
muy concretas, como recoger los huesos de monjes dispersos, de tumbas
destruidas probablemente por saqueadores, y enterrarlos.
Juan Miguel Gutiérrez empezó reuniendo un puñado de voluntarios de
sus pueblos para empezar a desbrozar el cenobio. Como era profesor en un instituto, empezó a implicar a
profesores y alumnos como una experiencia de "recuperar del
olvido". "Nuestros chavales del instituto ni sabían de su existencia,
y les llamó mucho la atención", recuerda.
Cada profesor
inventó alguna forma de trabajar el monasterio: juegos
medievales, herbolario, gira ciclista...
La cosa creció: vinieron más y más voluntarios. Y luego
organizaron varias semanas de "voluntariado de verano".
Hasta ese rincón de la España abandonada comenzaron a llegar
cientos de personas, no sólo jóvenes, e incluso de otros países, para echar una mano en la
rehabilitación del monasterio.
“Se alojan en las casas de la gente de los pueblos y los propios
vecinos preparan la comida para que no les falte de nada a los
voluntarios”, explica Juan Miguel.
Dar lo mejor y organizarse
bien
Ahora hay grupos de trabajo supervisados por una arqueóloga y un
arquitecto. "Aquí hay un ambiente que busca dar lo mejor de uno mismo. Te
asombra, no sé, señoras
que preparan comida para 80 personas..."
El sacerdote burgalés ha contado la historia recientemente en el
canal católico de YouTube Creo TV.
Detalla que que el monasterio surgió en el siglo XIII en la ribera
del río Ebro y en él permanecieron los monjes del Císter hasta el siglo XIX,
cuando empezó su decadencia. Se sabe que hasta 1964 hubo algunas misas en el lugar, y que en los
años 50, la parte que estaba sin desamortizar (la iglesia, que se mantuvo con
uso parroquial un tiempo) se benefició de algunas reparaciones. Luego, llegó el
olvido.
Tras 15 años de trabajo de voluntarios, Rioseco ha ido recuperando
su serena grandiosidad.
Según el contador de visitas del que disponen en la entrada
digital, se encuentran muy cerca de llegar a los 50.000 visitantes antes de que
acabe 2022.
Con cincuenta
mil visitantes anuales, pueden permitirse contratar una persona a tiempo
completo en el monasterio y aspirar a convertir el lugar en un motor de
dinamización turística de la zona.
"El monasterio de Rioseco es un ejemplo de que con muy poca población, pero con
ganas, pasión, con ganas de crecer, puedes ayudar a que vuelva la vida a
nuestros pueblos", asegura el sacerdote.
En este vídeo
de Creo TV el párroco nos pasea por el monasterio absolutamente transformado.