12 - Diciembre. Lunes de la III semana de Adviento
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Evangelio según san Mateo 21,
23-27
Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les replicó:
«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».
Ellos se pusieron a deliberar:
«Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”. Si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Y respondieron a Jesús: «No sabemos».
Él, por
su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.
Comentario
¿Con qué autoridad haces esto?
Desde que Jesús, en los últimos
años de su vida, se dedicó a proclamar ante el pueblo su mensaje, su buena
noticia, muchos de sus oyentes comenzaron a intuir que era una persona
especial, empezando por su manera de hablar, y concluyeron que “ensañaba como
quien tiene autoridad y no como los escribas”.
También su manera de actuar era
distinta. El evangelio de hoy hace alusión a su purificación del Templo “y
arrojó de allí a cuantos vendían y compraban en él”. Para sus contemporáneos,
Jesús era un hombre normal, del pueblo, no pertenecía a la clase dirigente
religiosa… por eso, les chocó su actuación en el Templo.
Igualmente los sumos sacerdotes y
los ancianos del pueblo quedaron sorprendidos de su actuación y se atrevieron a
preguntarle: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante
autoridad?”. De sobra Jesús sabía que esta pregunta se la hacían no para
aceptarle a él y su verdad y toda su predicación. Buscaban ir en contra de él y
encontrar algo de qué acusarle.
Y Jesús, como vemos en este
evangelio, haciéndoles una pregunta comprometida para ellos y al negarse a
responderle… tampoco él contesta a su pregunta: “Pues tampoco yo os digo con
qué autoridad hago esto”.
Podemos concluir que quien se
acerca a Jesús con mala intención no obtendrá ninguna respuesta. Hemos de
acudir siempre a él deseando conocer su verdad, su buena noticia… y nos
responderá. Para eso vino hasta nosotros para regalarnos su mensaje, el que
ilumina nuestra vida.
Fuente: Dominicos