25 – Enero. Miércoles. Conversión de San Pablo, apóstol
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Evangelio
según san Marcos 16, 15-18
Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que
crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que
crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán
lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno
mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán
sanos».
Comentario
En la festividad
de la conversión de san Pablo, el apóstol de las gentes, la Iglesia nos invita
a considerar de nuevo el mandato misionero que el Señor dio a sus discípulos
antes de ascender a los cielos.
Predicar el
Evangelio significa, ante todo, anunciar la buena noticia de la Salvación a
todos los hombres. Es interesante darse cuenta de que el Señor emplea dos
verbos en imperativo -“id” y “predicad”-, haciendo ver a los apóstoles que no
es posible considerarse seguidor de Jesucristo sin transmitir a los demás con su
vida, con su ejemplo y con sus palabras lo que ellos han recibido.
Decía san
Josemaría que el apostolado cristiano es «superabundancia de tu vida "para
adentro"» (Camino, n. 961) una necesidad vital que surge espontánea en las
personas que son conscientes del don recibido con la fe y de la llamada a vivir
«por Cristo, con Él y en Él», como recogen las palabras finales de las
plegarias eucarísticas de la santa Misa.
De este modo,
haciendo vida de nuestra vida el mensaje de Jesús, se comprende el sentido de los
imperativos del Señor para la misión apostólica dirigidos a todos los
cristianos.
Pablo Erdozáin
Fuente: Opus
Dei






