En la celebración de este IV Domingo de la Palabra, el Papa invita a "sentirnos llamados por Jesús mismo a anunciarla, a testimoniarla en las situaciones de cada día"
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| Ecclesia |
"Jesús abandona la vida tranquila y la urgencia que lo
impulsa es el anuncio de la Palabra de Dios, que debe ser llevada a
todos". Con estas palabras, el Papa Francisco ha comenzado su homilía enla celebración del IV Domingo de la Palabra de Dios. Fue el mismo Francisco quien con el motu
proprio Aperuit illis, del 30 de septiembre de 2019, quiso que este
domingo se dedicara “a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de
Dios” que “haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua
con la Sagrada Escritura”.
De esta forma, en la Santa Misa celebrada este 22 de enero,
el Papa ha asegurado que "el Señor invita a todos a la conversión y llama
a los primeros discípulos para que transmitan también a los demás la luz de la
Palabra". Este
dinamismo, ha dicho, "es el que nos ayuda a vivir el Domingo de la Palabra
de Dios: la Palabra es para todos, la Palabra llama a la conversión, la Palabra
hace anunciadores".
Las claves: primero, la Palabra
es para todos
En primer lugar, la Palabra de
Dios es para todos. "El Evangelio nos presenta a Jesús siempre en
movimiento, en camino hacia los demás.
En ninguna ocasión de su vida
pública nos da la idea de que sea un maestro estático, un doctor sentado en una
cátedra; al contrario, lo vemos como itinerante y peregrino, recorriendo
pueblos y aldeas, encontrando rostros e historias. Y así Jesús “ensancha las
fronteras”: "La
Palabra de Dios, que sana y levanta, no está destinada sólo a los justos de
Israel, sino a todos; quiere llegar a los lejanos, quiere sanar a los enfermos,
quiere salvar a los pecadores, quiere reunir a las ovejas perdidas y levantar a
los que tienen el corazón cansado y agobiado".
Jesús, en definitiva, “va más
allá” para decirnos que la misericordia de Dios es para todos. "Este
aspecto también es fundamental para nosotros. Nos recuerda que la Palabra es un
don dirigido a cada uno y que, por tanto, nunca podemos restringirle el campo
de acción, porque ella, más allá de todos nuestros cálculos, brota de manera
espontánea, inesperada e imprevisible en los modos y tiempos que el Espíritu
conoce. Y
si la salvación está destinada a todos, incluso a los más lejanos y perdidos,
entonces el anuncio de la Palabra debe convertirse en la principal urgencia de
la comunidad eclesial, como lo fue para Jesús".
Segundo:
Llama a la conversión
La Palabra de Dios, que se
dirige a todos, "y llama a la conversión". Esto significa, ha
explicado, "que la cercanía de Dios no es neutra, su presencia no deja las
cosas como están, no preserva la vida tranquila. Al
contrario, su Palabra nos sacude, nos inquieta, nos apremia al cambio, a la
conversión".
Tercero: Nos hace anunciadores
Por último —la tercera clave—,
es que la Palabra de Dios, que se dirige a todos y llama a la conversión,
"hace anunciadores". En efecto, Jesús pasó por la orilla del mar de
Galilea y llamó a Simón y Andrés, dos hermanos que eran pescadores. Los
invitó con su Palabra a seguirlo, diciéndoles que los haría "pescadores de
hombres": "Ya no sólo expertos en barcas, redes y peces, sino
expertos en buscar a los demás" Los apóstoles serán capaces "de
navegar por el mar abierto del mundo, de salir al encuentro de sus hermanos y
de proclamar la alegría del Evangelio".
Este es el dinamismo de la
Palabra: "Nos atrae hacia la “red” del amor del Padre y nos convierte en apóstoles
que sienten el deseo irreprimible de hacer subir a la barca del Reino a todos
los que encuentran". Por eso, "consideremos que también hoy a
nosotros se dirige la invitación a ser pescadores de hombres; sintámonos
llamados por Jesús mismo a anunciar su Palabra, a testimoniarla en las
situaciones de cada día, a vivirla en la justicia y la caridad, a “darle carne”
acariciando la carne de los que sufren".
Gracias por la difusión de la
Palabra
Antes de concluir, el Papa ha
querido agradecer su servicio a quienes dedican sus esfuerzos para que la
Palabra de Dios vuelva a estar en el centro, sea compartida y proclamada.
"Gracias a quienes la estudian y profundizan en su riqueza; gracias a los
agentes pastorales y a todos los cristianos comprometidos en la escucha y
difusión de la Palabra, especialmente a los lectores y catequistas: hoy confiero estos
ministerios a algunos de ellos. Gracias a quienes han aceptado las numerosas
invitaciones que he hecho para que lleven el Evangelio consigo a todas partes,
para leerlo cada día".
Y, por último, "un
agradecimiento especial a los diáconos y a los presbíteros: gracias, queridos
hermanos, por no dejar que al Pueblo santo de Dios le falte el alimento de la
Palabra; gracias por comprometerse a meditarla, vivirla y anunciarla; gracias
por vuestro servicio y vuestros sacrificios. Que para todos sea consuelo y
recompensa la dulce alegría de anunciar la Palabra de salvación".
Por Sara de la Torre
Fuente: Ecclesia






