1 - Febrero. Miércoles de la IV semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio según san Marcos 6, 1-6
Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos
imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los
pueblos de alrededor enseñando.
Comentario
Puede sorprender que la primera
vez que Jesús regresa a Nazaret con sus discípulos, se le impida hacer milagros
allí (cfr. Mc 6,5). Siendo Jesús el Mesías, verdadero Dios y verdadero Hombre,
¿qué podría impedirle hacer un milagro si esa fuera su voluntad?
El problema reside en la falta de
fe de la gente. Solo unas pocas personas se acercaron a Él. La mayoría no
fueron porque tenían sus razones para rechazarlo: habían conocido a Jesús como
uno de ellos pero estaban aferrados a sus ideas preconcebidas sobre Él y no
aceptaban su nueva autoridad.
"No hay profeta que no sea
menospreciado en su tierra, entre sus parientes y en su casa" (Mc 6,4).
Jesús compara la recepción tan escéptica en su ciudad natal con su aceptación
en Cafarnaún. En ese otro lugar, la gente había respondido a su presencia aclamando
su autoridad (cf. Mc 1,27), y llevándole todos los enfermos y poseídos del
pueblo para que los curara (cf. Mc 1,32-34).
¿Cómo reaccionamos nosotros?
Jesús también viene a nuestras vidas trayendo regalos e invitándonos a aceptar
su mensaje y seguirlo. ¿Nuestro Señor nos encontrará con un espíritu abierto y
acogedor o seremos desconfiados y le rechazaremos? Jesús tiene algo muy grande
preparado para nosotros: "Si conocieras el don de Dios" (Jn 4,10).
Cuando alguien tiene Fe, se abre
un nuevo rango de posibilidades más allá de los límites ordinarios. El pueblo
de Nazaret nunca lo experimentó y no pudo -o no quiso- entender que la culpa
era suya.
Andrew Soane
Fuente: Opus Dei