13 – Marzo. Lunes de la III semana de Cuaresma
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Evangelio según san Lucas 4,
24-30
Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír
esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo
echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el
que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se
abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Comentario
Ningún profeta es bien recibido
en su tierra
A veces, cuando predicamos a
Jesús y su evangelio, y vemos que no llega a mucha gente, pensamos que cuando
Jesús, el mejor predicador de todos los tiempos, predicaba siempre era bien
escuchado y aceptado.
Es verdad que con frecuencia
multitud de personas acudía a escuchar a Jesús, pero el evangelio de hoy
también nos recuerda que no siempre fue así. Nos lo presenta predicando en la
sinagoga… y les recuerda que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Su
predicación no gustó a sus oyentes, de tal manera que trataron de llevarle a un
barranco que estaba fuera del pueblo con intención de despeñarlo. “Pero Jesús
se abrió paso entre ellos y se alejaba”. Aunque sabemos que en un momento dado
de su vida no logró alejarse de sus perseguidores, que le clavaron en lo alto
de una cruz. Pero al tercer día resucitó.
Pensando en nosotros, seguidores
y predicadores de Jesús en el siglo XXI, no podemos olvidar que “nunca el
discípulo va a ser mayor que su Maestro”. Y también nosotros nos encontramos
con gente que escucha nuestra predicación del evangelio de Jesús y otros
que no quieren ni oír hablar de él. Le han apartado de sus vidas. Le han
matado.
Lo mismo que Jesús, debemos
seguir predicando y viviendo su buena noticia, como la mejor manera de vivir la
vida humana. Pase lo que pase, Él permanecerá con nosotros y siempre nos espera
la resurrección a una vida de total felicidad.
Fuente: Dominicos






