Durante el rezo del ángelus ha invitado a confiar a la Virgen las esperanzas de paz del mundo, sobre todo, las de «la martirizada Ucrania»
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| Francisco saluda a los fieles antes del rezo del Ángelus. Foto. Vatican Media |
En su catequesis previa al rezo
del ángelus, el Papa ha reflexionado sobre el encuentro de la samaritana con
Jesús. Francisco ha asegurado que Jesús experimentó la sed como lo hacemos
nosotros. Cristo que pide agua es «una imagen del abajamiento de Dios porque en
Jesús, Dios se hizo uno de nosotros; sediento como nosotros, sufre nuestra
misma canícula». Esa sed no es solo física, sino también expresión de una sed
profunda, «la sed de nuestro amor», ha asegurado el Papa, que ha explicado que
la máxima expresión de esta sed se produce en la cruz cuando antes de morir
Cristo exclama, «tengo sed».
Hacernos cargo de la sed de los
demás
Cristo también habla a la
samaritana del «agua viva del Espíritu Santo». «Así, Jesús, sediento de amor,
sacia nuestra sed con amor», ha indicado Francisco. Dios hace con nosotros como
con la samaritana, «se acerca a nosotros en lo cotidiano, comparte nuestra sed,
nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna». Por eso,
tal y como ha explicado el Papa, Cristo «nos pide que nos hagamos cargo de la
sed de los demás»: «“Dame de beber” nos dicen quienes, en la familia, en el
lugar de trabajo o en el resto de lugares que frecuentamos, tienen sed de
cercanía, de atención, de escucha; nos lo dice quien tiene sed de la Palabra de
Dios y necesita encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. “Dame de beber”
es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la prisa, la carrera por el
consumo y la indiferencia generan aridez y vacío interior». Francisco también
ha recordado que ese, “dame de beber”, es una además una expresión literal en
el caso de muchos a los que le falta el agua potable porque se sigue
contaminando la casa común.
Por último, el Santo Padre ha
explicado que el agua viva que nos ofrece Cristo es una invitación a que no
pensemos solo en nuestra sed y nos convirtamos en agua viva para otros. «Hoy,
por lo tanto, podemos preguntarnos: ¿Yo tengo sed de Dios, me doy cuenta de que
necesito su amor como el agua para beber? Y después: ¿Me preocupo de la sed de
los demás?», ha preguntado.
Mantener la esperanza de paz
Tras el rezo de la oración
mariana, el Papa ha recordado que el próximo viernes celebrará en una parroquia
romana las 24
horas para el Señor, una iniciativa de oración para promover además el
sacramento de la reconciliación. El año pasado, en el contexto de esta
celebración, se consagraron al corazón de María las esperanzas de paz del
mundo. Por ello, Francisco ha invitado a seguir confiando las esperanzas de paz
a las manos de la Virgen, «porque el Señor siempre escucha las súplicas que le
dirige su pueblo por intercesión de la Madre». «Permanezcamos en la fe y en la
solidaridad con nuestros hermanos que sufren a causa de la guerra y, sobre
todo, no nos olvidemos del martirizado
pueblo ucraniano», ha concluido este domingo Francisco.
Ángeles Conde Mir
Fuente: Alfa y Omega






