La
escritora afirma que, aunque el purgatorio es un dogma de fe, hay mucha gente,
incluso sacerdotes, que no se lo creen. Un nuevo documental se acerca a este
tema tabú
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La escritora apadrina la película Purgatorio. Entre el cielo y la tierra que se estrena este viernes. Foto: José Calderero |
Se habla poco del purgatorio. No sé si el documental Purgatorio. Entre el
cielo y la tierra viene a cubrir ese vacío. ¿Qué le ha parecido?
El documental me ha encantado. Coincide en un 99,9 % con todo lo que yo estudié
en su día para mi libro. Desde entonces se ha avanzado mucho. Yo recibí muchos
ataques. Hubo sacerdotes que me enviaron correos electrónicos criticándome y
diciendo que el purgatorio no existía. Con el paso de los años, varios me
pidieron perdón, pero no todos. Por eso, creo que sigue haciendo falta hablar
del tema y, en este sentido, la película es muy necesaria.
¿Qué aporta de novedoso?
Pone en valor el testimonio de una mística polaca bastante poco conocida, Fulla
Horak. Yo, por ejemplo, no la conocía y es muy interesante. Siendo atea veía a
las almas del purgatorio y eso, poco a poco, la fue llevando hacia Dios. Pero
no se trata de aportar cosas nuevas, sino de recordar la doctrina católica. El
purgatorio es un dogma de fe y hay mucha gente —como los sacerdotes que yo me
encontré— que no se lo creen o que, directamente, niegan su existencia. Por eso
es muy necesario. Y también porque habla de la importancia del funeral.
Hoy, con
la secularización, mucha gente va a los funerales a consolar a los familiares
del muerto y ya está. No digo que no sea importante esto, pero, desde luego, no
es lo más importante. La clave es rezar por el alma del difunto. La Iglesia,
tal y como aparece en los puntos 1030 al 1032 del catecismo y explica muy bien
el documental, invita a todos, conocidos, familiares, vecinos, jefes, a
reunirse para rezar por esa persona y que pueda llegar al cielo lo antes
posible.
¿Qué pasa con las almas del purgatorio por las que nadie reza?
La oración es un 100 % importante. Diría que un 150 %. Tenemos que orar y
ofrecer sufragios por las personas que se han ido. Solo de esta forma podrán
pasar del purgatorio al cielo. Ellas ya están muertas y no pueden hacer
méritos, y somos nosotros los que podemos liberarlas de los tormentos del
purgatorio. Pero, claro, lo habitual es rezar por la gente que uno conoce. Sin
embargo, la Iglesia nos pide que recemos por todos. Incluso hay un mes, el de
noviembre, que está especialmente dedicado a los difuntos y a las almas
del purgatorio. Yo, por ejemplo, ante algún sufrimiento, le suelo decir al Señor:
«Ahora solo puedo ofrecerte mi dolor, pero te pido que cada lágrima que derramo
sea un alma que liberas». ¿A quién va ese sufragio, esa oración? Pues no lo sé,
pero Dios ve todo y a lo mejor lo aplica por un alma que lleva en el purgatorio
desde el siglo XV, que está muy abajo, porque quizá fue un asesino que se
arrepintió en el último momento y nadie reza por él.
¿En el purgatorio hay posiciones?
Muchas. Esto me lo contó el padre Amorth, que era el exorcista del Vaticano.
Pasé un día entero con él y me dijo que hay infinitos puestos, tantos como
personas hay en él. Cada uno es único e irrepetible a los ojos de Dios, y
también lo son nuestros pecados. En función de ellos, hay gente que estará muy
cerca del cielo y necesite pocos sufragios y otros, como pueden ser los
asesinos o los violadores, que pidieron perdón en el último momento y la
misericordia de Dios los condujo al purgatorio, pero tienen siglos y siglos de
purificación por delante.
Imagino que el alma que reciba oraciones de alguien de la tierra estará
inmensamente agradecida con esa persona.
Eso es. De hecho, las almas del purgatorio interceden por nosotros. Lo decíamos
antes en el caso de Fulla Horak, que se terminó convirtiendo. A mí me han
contado infinidad de casos. Recuerdo uno, por ejemplo, que me dijo que había
tenido un accidente, habían muerto todas las personas que iban en el coche y él
notó cómo, en ese momento, le ayudaron sus abuelos y sus padres, por los que
había rezado muchísimo. Imagínate el agradecimiento de un alma que va al cielo
gracias a la oración de una persona. Estará junto a Dios hablándole siempre de
ese que le ayudó a llegar ante su presencia.
La película también habla de apariciones en la tierra de las almas del
purgatorio.
Sí, se pueden aparecer. Es un don que permite Dios para que recemos por ellas.
Yo misma he podido entrevistar a personas que dicen haber visto un alma. El
conde de Romanones me contó que en su finca Pascualete había una señora vestida
de blanco que atravesaba las paredes. Sus hijos también la veían. Les recomendé
que ofrecieran una Misa por ella y ya está. Otro testimonio es el de Paloma
Gómez Borrero, a la que se le apareció un fraile.
Al final del documental se abordan los temas del aborto y del suicido. ¿A
dónde van esas almas?
Es un tema muy duro, que, además, va en aumento. Precisamente, este año se han
suicidado tres amigos de mi edad. También tengo amigas que hace muchos años
abortaron y que luego se arrepintieron muchísimo. No nos corresponde a nosotros
decir a dónde van, pero se nos invita a rezar por ellas.
José Calderero de
Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega