En la Audiencia General de este miércoles 8 de marzo, el Papa Francisco advirtió que si un bautizado no evangeliza y no da testimonio del Bautismo que ha recibido y de la fe que el Señor le ha dado, “no es un buen cristiano”
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El Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles. Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa |
Desde la Plaza de San Pedro del
Vaticano, el Papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre la
evangelización e invitó a los fieles a ponerse “a la escucha del Concilio
Vaticano II para descubrir que evangelizar siempre es un servicio eclesial, nunca
solitario, nunca aislado o individualista”.
El Santo Padre recordó que la
evangelización debe llevarse a cabo siempre en comunidad y sin hacer
proselitismo, y explicó que “la dimensión eclesial del evangelizador constituye
un criterio de verificación del celo apostólico”.
Además, advirtió acerca de la
tentación de evangelizar “en solitario” y de “seguir caminos pseudo-eclesiales
más fáciles, de adoptar la lógica mundana de números y encuestas, de contar con
la fuerza de nuestras ideas, programas, estructuras, las relaciones que
cuentan”.
El Papa señaló que esto “puede
ayudar un poco”, pero aseguró que lo esencial es otra cosa, "es la
fuerza que el Espíritu te da para anunciar la Verdad de Jesucristo, para
anunciar el Evangelio”.
Centrándose en lo expuesto por el
Concilio Vaticano II sobre la actividad misionera de la Iglesia, el Pontífice
explicó que este nos invita “a considerar el amor de Dios Padre como una fuente
que, ‘por su excesiva y misericordiosa benignidad, nos crea y por gracia nos
llama, además, a participar en su vida y en su gloria’”.
“Esta es nuestra vocación”,
destacó el Papa, quien recordó además que “el amor del Padre tiene como
destinatario a todo ser humano”.
Para el Santo Padre, “el amor de
Dios no es solamente para un grupo, no, es para todos. Todos, ninguno
excluido”, insistió.
“Es un amor que alcanza a cada
hombre y mujer a través de la misión del Hijo, mediador de la salvación y
nuestro redentor, y mediante la misión del Espíritu Santo, que obra en cada
uno, tanto en los bautizados como en los no bautizados”, señaló a
continuación.
Asimismo, puntualizó que “el
Concilio, además, recuerda que es tarea de la Iglesia proseguir la misión de
Cristo, el cual fue ‘enviado a evangelizar a los pobres'". Para ello
"'la Iglesia debe caminar, por moción del Espíritu Santo, por el mismo
camino que Cristo siguió, es decir, por el camino de la pobreza, de la
obediencia, del servicio, y del sacrificio de sí mismo hasta la muerte, de la
que salió victorioso por su resurrección' (AG, 5)".
En esta línea, destacó que el “celo
apostólico no es un ‘entusiasmo’, es una gracia de Dios que debemos cuidar”.
Por ello, además, “en el Pueblo
de Dios peregrino y evangelizador no hay sujetos activos y sujetos pasivos”. Y
si un bautizado no evangeliza, “no da testimonio del Bautismo que has recibido
y de la fe que el Señor te ha dado, no es un buen cristiano”.
“En virtud del Bautismo recibido
y de la consecuente incorporación en la Iglesia, cada bautizado participa en la
misión de la Iglesia y, en ella, en la misión de Cristo Rey, Sacerdote y
Profeta”, recordó.
Por otro lado, defendió que el
“celo misionero del creyente se expresa también como búsqueda creativa de nuevos
modos de anunciar y testimoniar, de nuevos modos para encontrar la humanidad
herida de la que Cristo se hizo cargo. En definitiva, nuevos modos de prestar
servicio al Evangelio y a la humanidad”.
“Volver al amor fundamental del
Padre y a las misiones del Hijo y del Espíritu Santo no nos encierra en
espacios de estática tranquilidad personal”, explicó.
“Pidamos al Señor esta gracia,
para aceptar esta vocación cristiana y agradecer al Señor lo que nos ha dado,
este tesoro, y tratar de comunicarlo a los demás”, concluyó el Papa
Francisco.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI Prensa