El Papa se ha encontrado con obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y agentes de pastoral en la concatedral de San Esteban
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| Vatican Media |
El segundo gran encuentro del
Papa Francisco en Hungría tuvo como protagonistas a los obispos,
sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y agentes de pastoral. A
todos ellos ha recordado que la evangelización debe partir de la comunión. «La
primera pastoral es el testimonio de comunión, porque Dios es comunión y está
presente ahí donde hay caridad fraterna. Superemos las divisiones humanas para
trabajar en la viña del Señor», ha dicho.
En su opinión, una buena pastoral
«es posible si somos capaces de vivir el amor que el Señor nos ha dado». Esta
idea también la ha formulado en negativo, a modo de advertencia: «Si estamos
distanciados o divididos, si nos volvemos rígidos en nuestras posiciones y en
los grupos, no damos fruto. Causa tristeza cuando nos dividimos, porque, en vez
de jugar en equipo, jugamos al juego del enemigo: obispos desconectados entre
sí, sacerdotes en tensión con el obispo, sacerdotes mayores en conflicto con
los más jóvenes, diocesanos con religiosos, presbíteros con laicos; nos
polarizamos en temas que afectan a la vida de la Iglesia, pero también en
aspectos políticos y sociales, atrincherándonos en posiciones ideológicas».
El Pontífice también ha incidido
en la respuesta que los cristianos dan a un mundo cada vez más secularizado,
que amenaza la belleza de la familia y propone a los jóvenes «modelos de vida
marcados por el materialismo y el hedonismo». «La tentación —continúa— puede
ser la de volverse rígidos, encerrarse y adoptar una actitud de combatientes.
Pero tales realidades pueden representar oportunidades para nosotros los
cristianos, porque estimulan la fe y la profundización de algunos temas».
En este sentido, ha invitado al
diálogo con las situaciones de hoy, una circunstancia que exige que «la
comunidad cristiana esté presente y dé testimonio, que sea capaz de escuchar
las preguntas y los retos sin miedo ni rigidez».
«La acogida profética supone
aprender a reconocer los signos de la presencia de Dios en la realidad, incluso
allí donde no aparece explícitamente marcada por el espíritu cristiano y nos
sale al encuentro con ese carácter que nos provoca y nos interpela», ha dicho
en otro momento. Para ello, ha señalado que es importante una mirada
misericordiosa, un corazón compasivo, que perdona siempre, que ayuda a
recomenzar, que acoge y no juzga, que anima y no critica, sirve y no murmura.
Al margen del desafío de la comunión,
el Papa ha citado la sobrecarga de trabajo de
los sacerdotes, por lo que invita a la corresponsabilidad de todos, y ha
animado a hacer una reflexión eclesial para «actualizar la vida pastoral, sin
conformarse con repetir el pasado y sin tener miedo a reconfigurar la parroquia
en el territorio, sino haciendo de la evangelización una prioridad e iniciando
una colaboración activa entre sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral y
profesores».
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega






