Manuel Vargas, sacerdote y biógrafo de Luis María Mendizábal, publica «Al menos tú ámame»
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El Sagrado Corazón de
Jesús está de moda. Algo que no deja de sorprender si se tiene en
cuenta que esta devoción comenzó en el siglo XVII, tras las apariciones a
Santa Margarita María de Alacoque en Paray-Le-Monial (Francia) y su
difusión en España por el beato Bernardo de Hoyos.
Pero realmente tiene
algo que decir al mundo de hoy esta devoción que cuenta con más de 400
años de historia? Para el sacerdote Manuel Vargas, no podría estar más de actualidad. Una
convicción que le ha llevado a escribir Al menos tú ámame de la mano
de la editorial Nueva Eva, bajo el subtítulo Espiritualidad del Corazón de Jesús hoy
y con prólogo del obispo Munilla. Su misión es clara, "mostrar la
actualidad del Corazón de Cristo" en un único libro. Sacerdote de la
diócesis de Getafe, Vargas Cano ha escrito la primera biografía sobre el padre Luis María Mendizábal, el
gran apóstol del Corazón de Cristo. Actualmente es vicario episcopal para el
Cerro de los Ángeles (Getafe, Madrid), momento propicio para sorprender con
esta obra tras años de investigar y profundizar en esta devoción. Pero,
¿cuáles son las formas en que los fieles pueden aplicar a su día a día esta
devoción? El sacerdote y autor de Espiritualidad del Corazón de Jesús hoy
destaca estas seis sencillas maneras de hacerlo:
1º Confiar en Él
Para Vargas Cano, la devoción al Corazón de Jesús consiste en "vivir esperándolo todo
de Jesucristo, de quien sabemos que nos ama con amor infinito".
Observa que en la vida "tenemos incertidumbres y contratiempos" y que
"hay personas que intentan comprar su tranquilidad" con dinero,
formación, éxito o contactos para cuando vengan los problemas. "Pero al
final, todos descubrimos que nada de este mundo puede garantizar plenamente la
seguridad", explica. Por eso, invita a confiar en que solo Dios puede
controlar los acontecimientos y proveernos en la necesidad. "Dios es el
Amigo que nunca falla, no hay mayor seguridad que esa" y "Él, que lo
puede todo, no va a permitir nada de lo que no pueda obtener un bien para mí,
aunque a primera vista parezca un mal. No va a admitir nada que no esté
previsto para mí desde toda la eternidad para que yo pueda ser feliz, ser santo
y llegar al Cielo".
2º Consagrarnos a Él
El sacerdote resume el significado de la consagración al Sagrado
Corazón como "entregarle todo y del todo. Nuestro pasado, aceptando
nuestra historia, agradeciendo lo bueno y pidiendo perdón; también nuestro
futuro, confiando que Él cuidará de nosotros y emplear nuestro presente en
amarle y servirle, aceptando que Jesús pueda disponer de nosotros y de nuestra
salud, de nuestras cualidades y de nuestros bienes… de todo lo
nuestro".
Sin embargo, explica que no solo las personas pueden consagrarse al Sagrado Corazón. Es
lo más habitual -que se realiza con lecturas, encuentros y formación y se
formaliza en la solemnidad del Sagrado Corazón-, pero también pueden
consagrarse las familias con una imagen en el centro del hogar o incluso las
naciones, como sucedió con España en 1919.
3º Identificarnos con
Él
Partiendo de la base de que Jesucristo es "el modelo
perfecto", la amistad con Él "nos permite ir conociendo con mayor
profundidad los rasgos de su personalidad, sus actitudes y sus comportamientos.
Nos vamos aficionando y Él
va obrando en nuestro interior un milagro, nuestra transformación interior a
imagen de su corazón. Eso es identificarnos con Él".
En última instancia, explica, se trata de aspirar a lograr
"un corazón nuevo" en el que esté inscrita la ley del Señor, los
mandamientos. ¿Cómo lograrlo? "La tarea de nuestra santificación ya ha
empezado con los sacramentos. Lo que nosotros podemos poner de nuestra parte es conocernos a nosotros mismos,
conocer su Corazón y procurar hacer nuestros sus sentimientos. Es Jesús
quien lo tiene que llevar a cabo, pero nosotros podemos aumentar nuestra unión
con Él a través de una vida de oración y de frecuencia de sacramentos",
agrega.
4º El ofrecimiento de obras
Se trata de uno de los consejos más prácticos y sencillos
recopilados por el sacerdote a lo largo de este volumen de espiritualidad.
Basta con "ofrecer cada
día al Señor todo lo que hacemos: lo bueno y lo malo, las penas y las
alegrías, nuestro trabajo y nuestro descanso…Cuando estamos en gracia de Dios
estamos unidos a Jesucristo y todo lo que hacemos nos permite colaborar con Él
en la salvación del mundo", explica.
Y es sencillo, especialmente porque no se trata de realizar
"cosas extraordinarias", sino "lo que tenemos que hacer,
ofreciéndoselo a Dios". Ofrece una fórmula establecida, que consiste en
rezar el "Ven
Espíritu Santo", seguido de una consagración al Sagrado Corazón
-"Señor mío y Dios mío Jesucristo, me consagro a tu Corazón"- y
al Inmaculado Corazón de María "en reparación de nuestros pecados y para
que venga a nosotros Tu reino".
"En este libro queremos asomarnos a lo más hermoso del
cristianismo, al centro de nuestra fe, que es Jesucristo, y en concreto al
Corazón de Jesús, un tesoro que pocos conocen y del que poca gente
disfruta", explica el autor. Eso sí, sin pretender ser "un manual de
Teología", sino un breve compendio que esté "al alcance de cualquier
persona".
5º La reparación
Otra forma de cultivar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
consiste en la reparación: "Él
Corazón de Jesús repara la relación del Padre con el hombre y con la creación,
la herida causada por el pecado en el corazón del hombre".
Aunque subraya que la mejor forma de reparar el Corazón de Jesús
"es vivir con intensidad el momento presente llenos de amor a Él y dejar
que Él reine en nosotros", esto se puede materializar de forma más
concreta en tres formas de reparación: la negativa (evitar lo que ofende a
Dios), afectiva (tener detalles particulares de afecto con el Señor) y la
aflictiva (aceptar contratiempos sin enfadarnos, tratar bien a los que no son
amables con nosotros, no quejarnos o hacer sacrificios).
6º Reconocer el Reinado
Social
Tras una detallada catequesis sobre los motivos por los que Cristo
es Rey, Manuel Vargas detalla que una de las devociones más importantes al
Sagrado Corazón es el reconocimiento de esta realeza de Cristo en todos los
ámbitos, en el individual, el familiar y también el social y político.
En este sentido, el sacerdote admite el deseo extendido de que los
encargados de gobernar y dictar las leyes no lo hagan buscando su propio
interés, sino con justicia y buscando el bien común. La mejor garantía de que
esto suceda, menciona, es "que en
el ejercicio de su responsabilidad se dejasen orientar por el Corazón de
Jesucristo. La mejor manera de que no se aprovechen de su autoridad para
tiranizar a los subordinados es que tengan conciencia de que existe una
autoridad superior a ellos, que es Padre de todos, y que un día les pedirá
cuentas de su tarea".
José María Carrera
Fuente: Religión en Libertad