13 – Mayo. Sábado de la V semana de Pascua
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Evangelio según san Juan 15,
18-21
Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije:
“No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros
os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Y
todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que
me envió.
Comentario
Jesús nos advierte de los contratiempos que habrá que sufrir por no seguir
el espíritu famélico del mundo. El amor que El entregó fue, es y será rechazado
y sus seguidores, si son de verdad, correrán el mismo destino. Una de las
bienaventuranzas ya nos avisa. Tenemos que contar con la persecución, con el no
entendimiento, con la mirada escrutante de quienes necesitan vivir en una
tranquilidad con perfil de Judas. Sin rechazo, no hay Evangelio vivido, porque
el menosprecio es la constatación de que las palabras y las acciones del
creyente no se acomodan al modo de ser de un mundo que se quiere desarrollar a
espaldas de Dios.
No podemos hacerle coro a quienes juegan a ser dioses entre engaños de
titulares a medida. El cristiano provoca denuncia, porque es impronta regalo
del bautismo. Por tanto, no debemos dejar a nadie impasible ante nuestra manera
libre y radical de servir a un Reino que no es de este mundo. Cuando un
cristiano pasa desapercibido debe releer la Pasión de un Viernes Santo sin
tapujos. El mundo no ha creído en el abajamiento de Dios, no ha creído en ese
derroche de amor, porque éste pone en evidencia al mal, al dolor y la
injusticia. Al mundo le es incómodo pensar en una nueva manera de vivir y
comprender la Creación.
No podemos esperar a que el mundo se convierta. Tenemos la misión y la
responsabilidad de ser testigos vivientes del Resucitado. Nuestra vida es
una protesta constante, denuncia andante por este mundo lleno de
mordazas y cobardes en cada esquina. Vamos, de una vez por todas, a abandonar
nuestros nidos de amor donde todo es ficticia armonía y dejarnos zarandear por
ser y vivir como auténticos seguidores de Jesucristo.
Fuente: Dominicos O.P.