Echave-Susaeta prueba que milicianos lo asesinaron «por querer que Cristo reinara en su diócesis»
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A primera hora de la tarde del 1 de diciembre de 1936, una decena de milicianos se presentó
para registrar la casa de Antonio Tort. En el piso se ocultaba mons. Manuel Irurita,
obispo de Barcelona. Tras encontrar un copón con hostias consagradas,
fue detenido y trasladado con la familia de Tort a la checa de San Elías los
próximos dos días. El 3 de diciembre fue el último día que le vieron con vida.
Más tarde se supo que había sido martirizado por los anarquistas en el cementerio de Montcada,
sin que estos tuviesen constancia de su dignidad episcopal.
Pese a las evidencias históricas de esta sucesión de
acontecimientos, todavía hay
quienes tratan de negar los hechos o de reconocer a Irurita la palma del
martirio. Sus detractores, liderados por el escritor Josep Maria Ràfols,
afirman que no fue fusilado en el cementerio de Montcada y que sin embargo
permaneció vivo hasta su asesinato en febrero de 1939 por dos miembros de la
CNT.
Pese a los datos existentes hasta la fecha, las dos versiones de los
acontecimientos han coexistido granjeándose apoyos de unos y otros,
configurándose las circunstancias de la muerte del obispo Irurita como uno de los grandes misterios historiográficos
de la persecución religiosa en España.
Cerrar la investigación, obtener conclusiones definitivas y
acallar con el peso de la evidencia a las voces discordantes podría tener
consecuencias que trascienden el ego de un debate académico, especialmente con
una causa de canonización
en marcha.
Comenzadas el 13 de marzo de 1959, las causas de martirio de la
persecución religiosa en España fueron interrumpidas poco después por Pablo VI a instancias
del cardenal Anselmo Albareda, que alegó "razones de oportunidad".
Una suspensión que permaneció vigente durante casi dos décadas, hasta que Juan Pablo II la dejó sin
efecto, permitiendo que fuese abierta de nuevo por Mons. Ricardo María Carles
en 1993.
La reanudación de la causa tuvo lugar el 11 de noviembre, cuando
reconoció que Irurita se trataba de "un obispo que se distinguió por su fama de
santidad y fue mártir por la fe", siendo "un deber recoger su
ejemplaridad cristiana".
Desde ese momento, la labor de los detractores del martirio de
Irurita no ha cesado para transmitir una versión plagada de contradicciones.
¿El motivo? Ante la imposibilidad de negar el requisito del
martirio formal -que su asesinato fue motivado por la fe- pretenden que los
restos exhumados en el cementerio de la Montcada e inhumados en la capilla del
Cristo de Lepanto de la Catedral de Barcelona no pertenecerían a Irurita,
afirmando sin pruebas consistentes que habría sobrevivido y negando así el
martirio material.
Precisamente concluir el debate, "desmontar los argumentos de
sus detractores" y disipar el silencio que impide el avance de la causa de
Irurita son los motivos que ha llevado a José Javier Echave-Susaeta a mostrar
las pruebas definitivas
del martirio del obispo de Barcelona. Lo hace a través de la reciente
publicación Mons. Manuel
Irurita, obispo de Barcelona. Mártir por querer que Cristo reinara en
su diócesis. Causa de su muerte martirial y pruebas científicas que la
acreditan, de la mano de Hispania Martyr siglo
XX.
La mayor autoridad genética
le otorga un 99,9% de coincidencia
Una de las pruebas más fehacientes del martirio de Irurita fue
lograda por el propio Ricardo María Carles, cuando acudió en 1999 a la mayor autoridad en materia
genética de España, Ángel María Carracedo, también catedrático de la
Universidad de Santiago de Compostela.
Carracedo encargó la obtención de muestras de los tres hermanos
Irurita, Manuel, Regina y Raimunda, para confirmar la identidad de los restos del obispo mártir
de la catedral de Barcelona. El informe fechado a 11 de enero de 2000 elaborado
por Carracedo no daba lugar a dudas:
"Las muestras tomadas de los restos mortales en la catedral
de Barcelona… permiten afirmar que los restos enterrados en la Santa
Iglesia Catedral Basílica corresponden a un familiar por vía materna, tal como
un hermano biológico, de las señoras Regina y Raimunda Irurita, y por tanto pertenecen con una muy alta
probabilidad, superior al 99,9%, al Excmo. y Rvdmo. Mons. Manuel Irurita
Almándoz".
Nuevos informes periciales: los restos son de
Irurita
Sin embargo, los objetores al martirio de Irurita se agarraron
como un clavo ardiendo al 0,01 restante y a la correspondencia de los restos
analizados a un familiar por vía materna. Dos aspectos que llevaron a los
detractores a sugerir la posibilidad de que también perteneciesen al sobrino
del obispo, Marcos Goñi Almándoz y por los que La Vanguardia llegó
a publicar el titular Una ambigua prueba de ADN. Los análisis del
cadáver del obispo Irurita son concluyentes pero no determinantes.
Las pruebas de la pertenencia de los restos al obispo Irurita ya
eran de por sí definitivas, pues "el 100% solo existe en matemáticas".
Pero sus postuladores decidieron continuar la investigación.
En una segunda ocasión, el escogido fue Francisco Etxeberria Gabilondo, doctor en Medicina y
especialista en Antropología y Biología Forense por la Universidad Complutense
de Madrid, que emitió dos nuevos informes periciales.
Uno, elaborado en enero de 2002 en torno a "los aspectos de
patología forense evidenciados en los restos" de Irurita, concluyó en la
descripción de "una herida
por arma de fuego que fue efectuada a corta distancia y que penetra la
cavidad craneal debiendo causar la muerte de forma inmediata".
El otro, redactado por el mismo Etxeberria en enero de 2019 en torno a la
identificación y genealogía del obispo, estableció dos conclusiones. La
primera, que no existía
"relación de parentesco por vía materna entre Manuel Irurita y Marcos Goñi"
y una segunda aún más definitiva, que las interpretaciones del año 2000 sobre
la identidad del obispo "siguen siendo válidas en la actualidad".
Nuevos estudios genealógicos: "Los restos
corresponden a Manuel"
Por si quedaban dudas, Hispania Martyr procedió a constatar
documentalmente el parentesco existente entre el obispo Irurita y su sobrino
Marcos.
Para ello, la organización solicitó las partidas de bautismo de
ambos, de sus padres y abuelos, y los remitió para su estudio al prestigioso
académico Juan José
Martinena Ruiz, miembro de la Real Academia de la Historia y director del
Archivo Real y General de Navarra hasta su jubilación en 2010.
Las conclusiones del estudio genealógico realizado por Martínena
Ruiz y sus colegas apuntaron en la misma dirección que los precedentes:
"Mons. Manuel Irurita Almándoz era tío tercero de D. Marcos
Goñi Almándoz, nacido en Lanz el 7 de octubre de 1897 y bautizado al día
siguiente. Por tanto, el parentesco entre ambos familiares es en 7º grado con
arreglo al Derecho Civil y en 4º grado conforme al Derecho Canónico. Se puede afirmar con la seguridad
que permite la ciencia, que los restos enterrados en la catedral corresponden a Manuel, hermano biológico de
Regina y Raimunda, y no a su sobrino, Marcos Goñi, que no podía compartir ADN
mitocondrial con Mons. Manuel Irurita ni con sus hermanas".
Dio su sangre como sacerdote:
no sabían que era obispo
Constatado científicamente que Irurita había fallecido
violentamente, aún quedaron quienes impugnaron su martirio formal, aludiendo que su muerte no habría sido
motivada por odio a la fe, sino por "motivos políticos y sociales disputas religiosas sobre
su pontificado o la personal inquina revolucionaria contra su persona".
Lo cierto es que tampoco esta objeción es válida. Especialmente
porque, según detalla el administrador apostólico Mons. Miguel Díaz Gómara,
Irurita "dio su sangre en
el anonimato, como sacerdote", lo que corroboró el ministro de
justicia Manuel de Irujo el 29 de enero de 1938 al ministro de Estado José
Giral: "Ni la patrulla que lo detuvo ni los guardianes de San Elías
supieron reconocer en el sacerdote detenido al obispo de Barcelona".
De haber tenido constancia de su calidad de obispo, concluye el
autor Echave Susaeta, "no
le habrían fusilado, sino que hubieran pretendido obtener provecho político
de su captura".
Para el sacerdote y especialista en los mártires de la persecución
religiosa Jorge López Teulón, los datos aportados en esta Causa
de muerte martirial "no ofrecen discusión". "Ya no hay más excusas. El
santo Irurita debe proseguir su proceso en Roma y ser elevado a los altares", concluye.
José María Carrera
Fuente: Religión en Libertad






