12.6.23

EVANGELIO DEL DÍA

12 – Junio. Lunes de la X semana del Tiempo Ordinario

Misioneros digitales católicos MDC

Evangelio según san Mateo 5, 1-12

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. 

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. 

Comentario

Bienaventurados los pobres de espíritu

Bien sabemos que el deseo más profundo que habita en el corazón humano es el deseo de felicidad. Todos queremos ser felices y desechar todo lo que nos conduzca a la infelicidad. Jesús, como no podía ser de otro modo, se enfrenta a este problema y nos da su opinión.  No voy a comentar una a una sus ocho bienaventuranzas, los ocho caminos que según Jesús nos llevan a la felicidad. Me voy a limitar a hacer algunas reflexiones en torno a ellas.

Sí se puede afirmar que las bienaventuranzas no son un código moral, ocho actitudes morales, desvinculadas de la persona de Jesús. Las bienaventuranzas solo se entienden desde Jesús, desde lo que él vivió y de todo lo que nos ha dicho de Dios, de nuestra vida, de nuestro caminar por la tierra, de nuestro destino, de su insistencia machacona en que vivamos el amor, el amor a Dios, a los demás y a uno mismo. Se puede decir que las bienaventuranzas brotan de ese continuo amor predicado por Jesús y tienen relación con él. Se trata, en primer lugar, de seguir a una persona que nos ha seducido, encandilado y amado hasta el extremo.

Muy posiblemente, cuando oímos por primera vez las bienaventuranzas, alguna de ellas sobre todo, nos extrañaron. Pero cuando nos hemos adentrado en la vida han dejado de extrañarnos. Y a esta altura de nuestra vida cristiana, afirmamos que Jesús acierta y tiene razón. Que la felicidad humana va por los ocho caminos que nos señala Jesús y no por sus contrarios. Jesús que es la Verdad, acierta con la verdad de sus bienaventuranzas. Volvamos a leer despacio las bienaventuranzas de Jesús y caminemos por los caminos que nos indica, la única manera de empezar a saborear la felicidad humana, siempre limitada en esta vida, antes de llegar a la felicidad total después de nuestra muerte y resurrección.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Fuente: Dominicos O.P.


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