Cuando san Pío de Pietrelcina estaba creciendo, su madre le enseñó a "reparar" el daño causado por las palabrotas
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Cuando
era niño, el Padre Pío estaba familiarizado con el lenguaje
obsceno, ya que muchos de sus amigos juraban o maldecían.
Su reacción inicial era huir.
El autor C. Bernard Ruffin relata la siguiente historia en su
libro Padre Pio: The True Story.
Cada vez que otro chico
maldecía o maldecía, Franci salía corriendo. El mismo Luigi Orlando que lo
describió como «un niño como cualquier otro», recordó que una vez, cuando los
dos estaban luchando, Luigi dejó escapar de sus labios «una expresión fuerte»,
entonces Franci, que lo había inmovilizado en el suelo, saltó y huyó.
La madre del Padre Pío no quería que sus hijos se asociaran con
otros niños que usaban lenguaje obsceno. El Padre Pío lo interpretó en
serio y huía
de cualquiera que jurara o maldijera.
Mejor que escapar, reparar
Al mismo tiempo, su madre también le enseñó a reparar» el
daño causado.
Beppa prohibió
a sus hijos asociarse con otras personas que usaran lenguaje vulgar o blasfemo.
De hecho, cada vez que
escuchaba a alguien maldecir, lo «reparaba» con la expresión: «¡Bendito sea
Dios!» —una práctica que trató de inculcar en todos sus hijos.
Una respuesta positiva
A medida que crecía, el Padre Pío dejó de huir de las personas que
maldecían, pero probablemente trató de hacer todo lo posible para «reparar» el
daño del lenguaje soez.
Es posible que también se hubiera sentido tentado a usar un
lenguaje obsceno, ya que muchos de nosotros somos tentados a diario. Era
humano, como nosotros.
Independientemente de lo que haya sucedido más adelante en su
vida, la madre del Padre Pío puede enseñarnos a todos una lección sobre cómo responder
positivamente cuando nos enfrentamos a un lenguaje que ofende a Dios.