La víspera del 24 de junio, fiesta de San Juan, se celebran en muchos lugares hogueras y noches mágicas, en ocasiones con una clara intención de recuperar el paganismo
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| Ajuntament d'Esplugues de Llobregat CC |
El 24 de junio la Iglesia
católica celebra la solemnidad litúrgica de la natividad de san Juan Bautista, precursor de
Jesucristo, justo seis meses antes que Él.
Dejando aparte la cuestión
siempre interesante de la fijación de la fecha (que cada vez, de forma inseparable de
la Navidad, va ganando puntos en cuanto a su autenticidad como celebración
cristiana genuina, según diversos cálculos), es cierto que tiene lugar muy
cerca del solsticio de verano en el Hemisferio Norte.
El teólogo José Román Flecha en
el Nuevo Año Cristiano señala:
«La fe cristiana ha sustituido
esas celebraciones paganas con el recuerdo de aquel que anunciaba la Luz
verdadera y ofrecería su vida en absoluta fidelidad al que es la Fuente de la
Vida».
La «noche mágica» y la hoguera
En muchos lugares de España se
hace una hoguera en la noche del 23 al 24 de junio. En algunas localidades ya
es una tradición, mientras que en otras muchas es una costumbre que se ha
ido imponiendo en los últimos años.
E inevitablemente aparece
la brujería. En las redes sociales se podía leer este 23 de junio que era
«la noche más meiga del año».
El factor esotérico… y brujeril
Y es que no puede olvidarse que
esta fecha es una de las que están marcadas en rojo en el calendario clásico de
la brujería.
Los brujos y brujas
contemporáneos, según explica Manuel Guerra en su Diccionario
enciclopédico de las sectas, «la víspera del solsticio de verano… tienen un
aquelarre con una hoguera en un claro circular de la hierba, a la cual se echan
flores y ramas de 9 árboles distintos. Si se celebra en el interior de la
casa, usan una vela encendida, colocada en un círculo de tiza trazado en el
suelo de la habitación en vez de la hoguera«.
Neopaganismo
Se trata, pues, de una de las
fiestas principales del neopaganismo –la corriente que pretende
restaurar los cultos propios de cada lugar anteriores al cristianismo– y, más
concretamente, de la Wicca o
brujería contemporánea. La llaman midsummer o Litha.
Es el momento del año en el
que el sol tiene «su máximo poder«, según explican, y la naturaleza está en su
esplendor, trayendo consigo abundancia, fecundidad y unas cualidades
mágicas muy especiales.
En esta noche tan peculiar se
celebra uno de los ocho sabbats o festividades anuales de la Wicca.
En el célebre conjunto megalítico
de Stonehenge se reúnen miles de personas todos los años
para esperar el amanecer… pero del 21 de junio, fecha estricta del solsticio.
Y, por extensión, se trata de un
día destacado para el esoterismo en general, muy dado a fijarse en
todo lo astronómico y astrológico.
No hay que olvidar, por ejemplo,
que la masonería contemporánea (la llamada «especulativa» para distinguirla
de la anterior, «operativa») fue fundada precisamente el 24 de junio de 1717,
cuando se unieron las cuatro logias principales de Londres en lo que se llamó
la Logia de San Juan.
Esoterismo y tradiciones
Una vez llegados a este punto, el
lector puede pensar que nos encontramos ante dos realidades bien
distintas.
Por un lado (el mayoritario),
celebraciones populares más o menos tradicionales que sirven como pretexto para
organizar una fiesta.
Por otro lado (el minoritario),
oscuros rituales efectuados de forma secreta o discreta por los adeptos de
movimientos ocultistas o neopaganos.
Sin embargo, la experiencia nos
dice que las fronteras cada vez son menos nítidas y que lo esotérico
impregna nuestra cultura cada vez más.
Veamos algunos ejemplos que van
más allá del simple folklore para convertirse en algo puramente «religioso» o
confesional.
Ritos para todos
Uno de los grupos neopaganos más
destacados en España se denomina Wicca Celtíbera y tiene su sede en
la localidad madrileña de Pinto.
Se considera una «confesión
religiosa wicca» y está inscrita legalmente en el Registro de Entidades
Religiosas del Ministerio de Justicia.
Los integrantes de este
movimiento son los encargados de oficiar, desde hace años, la ceremonia del
Solsticio de Verano organizada por el Ayuntamiento de Pinto.
Según explican en su página web,
en 2012 se cumplió «el 20º aniversario de la celebración abierta de nuestro
primer festejo público».
Los miembros de este grupo se
muestran orgullosos «oficiando de nuevo y abiertamente un rito ancestral del
que además hacemos partícipes a toda una población que se vuelca en él».
Consideran que están «haciendo
participes a un pueblo mayoritariamente entregado que a sabiendas o no… revive
una ceremonia que corre por sus venas y que ha venido repitiendo desde el albor
de los tiempos en comunión con sus Antepasados… la Noche del Fuego«.
Lo que a muchos asistentes les puede parecer un simple teatro o performance es, sin embargo, algo celebrado muy en serio por sus protagonistas, creyentes neopaganos que llevan sus túnicas, coronas de flores, antorchas, cuernos, cálices, espadas, ofrendas vegetales y estandartes de los covens (aquelarres) presentes. Sin duda, es mucho más que una simple hoguera.
Además, invocan al dios
cornudo (llamado Cernunnos en la mitología celta) cuando desean «que bajo
el reinado de nuestro Gran Padre Cernunnos, encontremos todos/as nosotros/as su
amparo, seguridad y abundancia«.
Magia, misterio y buena suerte
Al acercarnos a otros lugares, si
bien no encontramos una confesionalidad tan explícita, sí observamos un
carácter espiritual muy determinado en algunas propuestas para la noche de San
Juan.
En un medio de Aragón se afirma,
al publicitar las hogueras, que es el momento propicio «para realizar
encantamientos de amor y de fertilidad y unido al efecto purificador que se le
atribuye al fuego la superstición dice que es un buen día para
ahuyentar a los malos espíritus«.
De esta manera, «cientos de
paganos y paganas celebrarán así el comienzo del verano alrededor de grandes y
pequeñas hogueras saltando, corriendo y arrojando conjuros y deseos para pedir
un año fructífero«.
Una periodista de Burgos señala
que es «el momento idóneo para dejar atrás nuestros demonios particulares«.
Energías y suerte
Por supuesto, Galicia es una
tierra donde se multiplican hogueras con un claro sentido supersticioso, tal
como leemos en un diario que refleja la creencia de que en la noche de San Juan
«se comunica el mundo del más allá con el del más acá. A las hogueras se les
atribuye protección y buena suerte y es tradición saltar nueve veces
por encima del fuego«.
No sólo eso, sino que «darse un
baño en el mar durante la noche de San Juan, asegura salud para todo el año. Si
se saltan nueve olas dando la espalda al mar, se consigue también la eliminación
de energías negativas y aumentar la fertilidad femenina«.
Y los ejemplos se multiplican en muchos lugares.
Para los católicos después del
rezo litúrgico de la hora Nona del 23 de junio comienzan las I Vísperas de la
natividad de san Juan Bautista, por tratarse de una solemnidad. Esta es la
verdadera celebración.
No hay problema alguno por
participar en «hogueras de San Juan» u otras actividades lúdicas y festivas,
siempre que no se esté integrando un culto pagano explícito como en el
ejemplo que hemos visto.
También hay que tener cuidado
con todos esos «rituales» personales que en ocasiones se dan, para ver si
responden a una saludable actitud de conversión permanente o si se trata, como
suele suceder, de un rito mágico o de carácter supersticioso.
Eso, sin duda, se encontrará
lejos de la fe y cerca de la concepción que tienen los neopaganos de la hoguera
y del quemar cosas en ella, tal como dicen ellos mismos:
«Este ritual pagano abrasará
nuestros pesares, para que desde sus cenizas podamos abonar el futuro ciclo que
hemos de comenzar con todas nuestras ilusiones intactas».
Jesucristo es quien purifica
En una publicidad de la
celebración del solsticio de verano en Pinto se decía así, directamente:
«Esta noche, la más corta del
año, se despide con una hoguera y con un ritual de purificación en el que los
participantes podrán escribir en una papeleta aquello de lo que quieran
desprenderse y el fuego purificador se lo llevará de sus vidas».
Algo totalmente desaconsejable
para los cristianos, ya que supone un caso claro de superstición e
idolatría, poniéndose en manos de un impersonal «fuego purificador» y no del
Dios revelado en Jesucristo.
La vida de los hombres no está en
manos del azar y la suerte, ni abocada a un destino fatal, sino que se
desarrolla en la libertad y contando con la providencia de Dios.
Luís Santamaría
Fuente: Aleteia






