El edadismo es la discriminación por razones de edad a las personas ancianas y mayores. En muchas ocasiones se hace de forma casi inconsciente, mediante el lenguaje
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Los ancianos merecen todo nuestro respeto.Shutterstock / Canon Boy |
Sabedores
que nuestros mayores son un tesoro para la sociedad y no una carga, se acaba de
publicar una guía para ayudarnos a todos a comprender mejor la dignidad y los
valores de este colectivo.
Estereotipos de la vejez
La Fundación la Caixa acaba de publicar el Glosario sobre e
Edadismo, para ofrecer a toda la sociedad unas pautas para concienciar,
advertir y poner remedio a este problema. Mar Ferrador, directora corporativa
de la Fundación, asegura que «el edadismo está relacionado con la manera como
entendemos la vejez y el envejecimiento, y con la forma en que perpetuamos
estereotipos e ideas preconcebidas sobre las personas mayores, limitando, de
este modo, la comprensión de la diversidad y heterogeneidad de la vejez».
Lenguaje ofensivo
Soledad Puértolas, responsable del Glosario, pone el foco en los
términos y expresiones que normalmente se utilizan para dirigirse a ese grupo
tan amplio y diverso: «Son, en muchas ocasiones, inapropiados e incluso
ofensivos. Viejito, abuelito, nuestros mayores, nuestros abuelos, son como
niños, jubilados, vulnerables». Pone estos ejemplos para concluir que estas
expresiones se pronuncian muchas veces desde «una posición de superioridad y
con un evidente simplismo».
Formas de edadismo
Este informe agrupa las palabras y formas de edadismo más
frecuentes en torno a estos tres grupos:
Infantilización: este trato
provoca que la persona no tan mayor adopte una posición de poder frente a la
persona más mayor a la hora de interactuar con ella, responderle y tratarla.
Aquí se pueden poner como ejemplos cuando se habla a los mayores en un tono de
voz elevado, diminutivos como viejito o abuelito (o del nombre
propio de la persona) de forma generalizada y posesivos como nuestros mayores
o nuestros abuelos.
Despersonalización: consiste
en no tener en cuenta la singularidad de cada persona mayor, sus necesidades y
preferencias, y tratarlas a todas de manera homogénea, como se hace al hablar
de los jubilados, los pensionistas, los viejos, los
abuelos…
Y deshumanización: se
produce cuando se pierde la empatía en el trato con las personas mayores, no
potenciando su autonomía, no respetando su privacidad, no permitiendo su
participación en la toma de decisiones… Son ejemplos de expresiones
deshumanizadoras carca, dinosaurio, momia…
Consecuencias en los mayores
Cuando se producen estos comportamientos y este lenguaje, los
efectos son negativos. Mar Ferrador asegura que «se invisibiliza al colectivo
dando por hecho que no tienen nada que aportar, y por tanto, también se les
excluye del entorno laboral». Al considerar que no se puede hacer nada por
ellas, también «se les limitan los cuidados o tratamientos que pueden
necesitar». En resumen, -concluye- «estas actitudes sobre la vejez limitan la
vida porque no se les ofrecen las mismas oportunidades que a los demás».
Cómo cambiar estas costumbres
El objetivo del informe no es sólo denunciar el problema, sino
aportar una serie de pautas que ayuden a los jóvenes y adultos a cambiar sus
costumbres, concienciando al mismo tiempo que ellos serán los mayores del
futuro, y que lo que siembren ahora puede determinar también cómo ellos serán
tratados en unos años. En definitiva, preguntarse cada uno cómo le gustaría que
le trataran cuando superen la edad de la jubilación.
Este trabajo nos propone estos revisar
nuestro comportamiento en estos puntos concretos:
El ‘truco del abuelo’
Actualmente, según Naciones Unidas, una de cada dos personas son
edadistas. El riesgo disminuye en los jóvenes cuando mejor es la educación
recibida. La Educación en respeto es por tanto, una de las claves para el
futuro. Además, disminuye el riesgo el contacto intergeneracional entre jóvenes
y ancianos.
Soledad
Puértolas pone un ejemplo basado en una experiencia personal que es ampliamente
compartida por gran parte de la población.
El cariño de los nietos hacia los abuelos, y viceversa. Se basa en
recordar cómo nos trataban los abuelos, y cómo los nietos correspondíamos ese
trato: «Si somos conscientes de este proceso, si valoramos los recuerdos del
pasado y el papel que en ellos tienen las personas mayores y los abuelos, si
tenemos la oportunidad de desempeñar nosotros mismos ese papel, si sabemos
mirar a nuestro alrededor y encontrar todo lo que la vida nos ofrece, en
diferentes relaciones en función de la edad, buscaremos, a la hora de
dirigirnos a las personas mayores, el lenguaje apropiado, un lenguaje que
transmita el respeto y el afecto que sentimos».
Benito Rodríguez
Fuente: Aleteia