Demetrio Fernández recuerda que "nos gusten o no" hay que aceptar el resultado de las urnas "y disponernos a convivir y colaborar por el bien común"
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| Ecclesia |
Este domingo 23 de julio
somos convocados a las urnas para expresar nuestro voto. De tales elecciones
surgirá el Parlamento, las Cortes y el Senado, que resumen la soberanía
popular. Y de ese Parlamento vendrá el respaldo al que será Presidente del
Gobierno de España durante los próximos cuatro años. "Acontecimiento
importante, para el que pedimos a Dios su gracia y su ayuda". Así comienza
la carta pastoral del obispo
de Córdoba, Demetrio Fernández, que ha invitado a !acercarse a cada uno de los
programas que presentan los diferentes partidos políticos, para formarse un
juicio concreto y votar en consecuencia".
Ningún partido político se
identifica plenamente con el Evangelio
"De entrada, hemos de decir
que ningún partido político se identifica plenamente con el Evangelio y todos y
cada uno recoge elementos de la enseñanza de Jesucristo en el Evangelio",
expresa el prelado. "Conviene que los fieles cristianos conozcan la
Doctrina Social de la Iglesia, que viene elaborada por los principios
evangélicos, la moral católica y su aplicación al momento presente, según las
necesidades que presenta la sociedad. La Iglesia es rica en doctrina social,
porque busca siempre el bien de la persona".
Por su parto, el obispo de
Córdoba recuerda los elementos a tener en cuenta a la hora de votar. "En
primer lugar, ir a votar. Es un derecho y es una obligación participar en los
procesos electorales, como ciudadanos responsables que viven hoy en esta
sociedad. Nuestra participación en la vida social no se reduce a emitir el
voto o depositarlo en las urnas, pero ciertamente esta acción no debe dejarse
por pereza, por comodidad o por desinterés. El cristiano se siente ciudadano de
este mundo, y su compromiso cristiano le lleva a tomar opciones que construyen
la sociedad en la que vive".
La defensa de la vida en todas
sus fases
Por otro lado, alerta de la
necesidad de "promoción de la vida, el respeto a la vida en todas las
fases de su existencia. Desde el momento en que la vida es concebida en el seno
materno, la vida es sagrada, porque es siempre un don de Dios. Trabajar en esa
dirección, aunque no puedan cumplirse todos los objetivos, dada la pluralidad
de opciones que conviven en nuestra sociedad. A eso se añade el problema
de la baja natalidad, que va despoblando nuestro suelo y haciendo que sean más
los mayores que los niños. Programas que fomenten la vida y la natalidad".
El respeto sagrado a la vida
"debe llevar a atender a los débiles, a los más vulnerables o disminuidos,
a las personas que afrontan una enfermedad incurable incluso en situación
terminal. Una sociedad mide su altura moral por la capacidad que tiene de
atender a estas personas". Introducir la “muerte digna”, esto es, "matar
al que sufre porque es más barato que atenderle, es una grave degradación
social, aunque lo pidiera el enfermo. Cuando un enfermo es querido y atendido,
no pide la muerte", afirma en el texto
El plan de Dios por la familia
"El nido de la vida es la
familia, la unión del varón y la mujer abierta a la vida, que Dios santificó
desde el principio y que Jesucristo ha elevado a la categoría de
sacramento", subraya el obispo en su carta aunque es consciente de que "muchos
piensan otra cosa". "Respeto a las personas sea cual sea su
situación, pero Dios tiene un plan para el hombre en la familia tal como Él la
ha diseñado, y ahí está la felicidad del hombre y de la mujer, y la armonía de
la sociedad entera. No se trata de la familia tradicional, sino de la familia
según el plan de Dios, que no pasa de moda".
En definitiva, "analizar las
propuestas de progreso social para todos, sin excluir a nadie. Y menos aún sin
excluir a Dios o no dejándole lugar. Dios es el mejor garante de los derechos y
la dignidad humanos. Prestar especial atención a todas las situaciones
humanas de injusticia, de marginación, de violencia, de respeto a la dignidad
de la persona, del derecho al trabajo digno, del derecho a la vivienda, del
derecho a la educación según la elección de los padres, del derecho a una
sanidad para todos, y de la solidaridad con los más pobres de la tierra,
incluyendo a los emigrantes, que buscan una mejor situación y nos aportan tanto".
Como postura final, "aceptar
el resultado como expresión de la voluntad de un pueblo. Nos gusten o no, sean
de los nuestros políticamente o no, aceptamos el resultado de las urnas y nos
disponemos a convivir y colaborar, respetando la autoridad de los que
gobiernen. Oramos por este momento importante de nuestra convivencia".
Fuente: Ecclesia






