21 – Julio. Viernes de la XV semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio según san Mateo 12, 1-8
En aquel tiempo atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
Los fariseos, al verlo, le dijeron:
«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».
Les replicó:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes.
¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Pues os digo
que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que
significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los
inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».
Comentario
En el Evangelio de hoy Jesús nos
invita a reflexionar sobre el descanso dominical. Nos enseña que no es un mero
cumplimiento de normas legales sino que estas reglas están subordinadas a un
precepto mayor: honrar a Dios.
Los fariseos se enfrentan a Jesús
por la cuestión del sábado. Jesús, por su autoridad divina, transmite la
interpretación definitiva de la Ley. Dios mandó respetar el sábado, lo
instituyó y ordenó que el pueblo se abstuviera de trabajar ese día. Con el
tiempo se fue complicando el precepto dado por Dios y se fue convirtiendo en un
conjunto de normas rígidas: existían 39 trabajos prohibidos el sábado.
Pero Jesús nos enseña cuál es el
verdadero sentido del sábado: honrar a Dios en un día dedicado al Señor que nos
recuerda que nuestra vida pertenece y debe estar dirigida a Dios. Para
ilustrarlo pone el ejemplo del rey David que, hambriento comió los panes de la
proposición. Cuando estamos hambrientos, sedientos o somnolientos, difícilmente
nuestra mente puede estar centrada en Dios.
Los cristianos, siguiendo esta
misma tradición judío, trasladamos el sábado al domingo al ser el día en que se
produjo el evento central de nuestra salvación: la resurrección de Cristo. El
respeto del descanso dominical nos recuerda la centralidad de Cristo en nuestras
vidas.
El Papa Francisco lo recordó “El
domingo no es el día para borrar los demás días, sino para recordarlos,
bendecirlos y hacer las paces con la vida. La vida es preciosa. No es fácil, a
veces es dolorosa, pero es preciosa (Homilía 5-IX-2018).
San Josemaría decía “el descanso
significa acopiar fuerzas, ideales, planes… cambiar de ocupación, para volver
después – con nuevos bríos – al quehacer habitual” (san Josemaría, Surco 514).
Necesitamos descansar, pero para
volver a centrar nuestra cabeza y corazón en lo más importante de nuestra vida:
amar a Dios en nuestro día a día. Por eso, cuando Jesús reprende a los
fariseos, lo hace porque su corazón se ha desviado del verdadero propósito del
descanso que es honrar a Dios. Cumpliendo una serie de normas los fariseos
desvían el precepto hacía sí mismos.
Tú y yo, también queremos que
Dios sea el centro de nuestra vida. El domingo dirige nuestra mirada a Dios,
que es quien realmente puede hacernos felices, y nos recuerda que debemos poner
a Dios en el centro de los quehaceres ordinarios.
Fuente: Opus Dei






