El Papa Francisco ha concedido la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales para obtenerla, en ocasión de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que tendrá lugar el domingo 23 de julio
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Imagen referencial. Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El Santo Padre instituyó esta
jornada mundial en 2021, para que se lleve a cabo el cuarto domingo de julio,
cerca de la conmemoración de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús, que
se celebra cada 26 de julio.
De modo sencillo se podría decir
que la indulgencia plenaria “purifica” completamente el alma de la persona y la
“devuelve” al estado en el que estuvo al recibir el Bautismo, de forma que si
falleciera después de obtenerla, iría directamente al Cielo. De allí su valor
espiritual para todos los fieles.
En un decreto publicado este 5 de
julio, la Penitenciaría Apostólica explica que el Pontífice aceptó el pedido
del Cardenal Kevin Joseph Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la
Familia y la Vida, para conceder la indulgencia plenaria por la jornada
mundial, que este año se celebrará con el tema “Su misericordia se extiende de
generación en generación”.
El texto, con fecha 15 de junio,
precisa que para lucrar u obtener la indulgencia plenaria es necesario cumplir
las siguientes condiciones habituales: Confesión sacramental, Comunión
eucarística y oración según las intenciones del Papa.
El decreto resalta asimismo que
la indulgencia plenaria se concede “a los abuelos, a los ancianos y a todos los
fieles que, animados por un verdadero espíritu de penitencia y caridad,
participen el 23 de julio de 2023 en la tercera Jornada Mundial de los Abuelos
y de los Mayores, en la solemne celebración que el Papa Francisco presidirá” en
la Basílica de San Pedro en el Vaticano “o en las diversas celebraciones que
habrá en todo el mundo”.
Esta indulgencia plenaria,
subraya el texto, “podrá aplicarse también en sufragio de las almas del
Purgatorio”, es decir por una persona fallecida.
El decreto destaca asimismo que
la indulgencia se concede “a los fieles que dediquen un tiempo adecuado a visitar
a sus hermanos mayores necesitados o en dificultad (como enfermos, abandonados,
discapacitados…), ya sea en persona o virtualmente a través de los medios de
comunicación”.
La indulgencia podrá ser
obtenida, además, por los ancianos enfermos y todos aquellos que, “no pudiendo
salir de casa por un motivo grave, se unan espiritualmente a las sagradas
funciones de la Jornada Mundial, ofreciendo a Dios misericordioso sus
oraciones, sus dolores y los sufrimientos de la propia vida, especialmente
mientras se transmiten a través de los medios de comunicación las palabras del
Sumo Pontífice y las diversas celebraciones”.
Ya que una de las condiciones es
la Confesión, el decreto concluye animando a los sacerdotes a “que se pongan a
disposición, con espíritu pronto y generoso, para la celebración del Sacramento
de la Penitencia”.
Por Walter Sánchez Silva
Fuente: ACI Prensa