8– Julio. Sábado de la XIII semana del Tiempo Ordinario
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Evangelio
según san Mateo 9, 14-17
Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado;
porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino
nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los
odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas
se conservan».
Comentario
En el
Evangelio de hoy, Jesús nos enseña el verdadero sentido del ayuno. Nos enseña
que el ayuno exterior debe ir acompañado de una recta actitud interior, apunta
a la simplicidad de corazón.
La actitud
crítica de los fariseos, aparentemente producto del celo por la ley, desvela,
por un lado, falta de conocimiento del sentido de la ley y también una falta de
rectitud de intención. Para esos fariseos, el ayuno tenía un valor absoluto en
sí mismo. Ahora bien, ellos también modificaban esos ayunos en ocasiones
especiales. Jesús les hace ver que el “esposo” está presente. El “esposo” es Él
mismo. Él es el Mesías, Él va a desposar a la Iglesia. El ayuno tiene un
sentido, un contexto de penitencia, y ahora, mientras él está con los
discípulos, es tiempo de alegría.
Nuestras obras
manifiestan lo que hay en nuestro corazón. Si vamos a misa y tenemos fe en la
presencia real de Cristo en la Eucaristía, llegamos a la hora, nos presentamos
con elegancia, participamos activamente, nos comportamos con respeto. Las cosas
grandes han de ser celebradas. También con banquetes que sean una auténtica
acción de gracias a Dios, que ha hecho los alimentos para nosotros, y con los
que ha querido decirnos que la vida del hombre es siempre un regalo de alguien
que nos ama y es generoso.
El Papa
Francisco predica el verdadero sentido del ayuno “La oración, la caridad y el
ayuno son las principales vías que permiten a Dios intervenir en nuestras vidas
y en la vida del mundo. Son las armas del espíritu” [1]
Pero si se
tuerce la intención, pierde totalmente su sentido “Incluso la oración, la
caridad y el ayuno pueden volverse autorreferenciales. En cada gesto, inclusive
en el más bello, puede esconderse la carcoma de la autosatisfacción. Entonces
el corazón no es completamente libre porque no busca el amor al Padre y a los
hermanos, sino la aprobación humana, el aplauso de la gente, la propia gloria”
[2]
El ayuno,
práctica tradicional judía, es bueno, y los cristianos lo vivimos con ese buen
espíritu, pero a lo que aspiramos es a un tiempo de alegría, en el que el ayuno
haya perdido su sentido porque ya viviremos con Dios para siempre.
[2] Idem
Fuente: Opus
Dei