Viajar siempre será una bendición, pero hacerlo para participar en una Jornada Mundial de la Juventud también se convierte en una oportunidad para ser santo
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| Antoine Mekary / Godong |
Los jóvenes se caracterizan por
ser alegres, entusiastas y generosos, por eso hay que aprovechar su potencial
para ayudarlos a dar lo mejor de sí mismos. En este contexto, vivir una JMJ
significa un tiempo y espacio privilegiados, donde la gracia se derrama a
raudales, y muy fácilmente, los chicos pueden transformar sus vidas en algo
inimaginable para la mente humana, pero totalmente lógico para el amor de Dios.
A estas alturas, los
muchachos ya se encuentran en Portugal. De acuerdo con el programa
oficial, del 26 al 31 de julio estarán en las diócesis para integrarse a
los jóvenes que llegarán del mundo entero. Ahí podrán convivir con las
familias y participar en actividades evangelizadoras y culturales, lo cual
significa adentrarse en la dinámica familiar y compartir sus raíces,
completamente diferentes a las de sus anfitriones, por lo que llevan objetos
propios de sus lugares de origen para dejarlos como recuerdo.
Encuentros «Rise Up»
En la propuesta de esta ocasión
se encuentra un nuevo modelo de catequesis «Rise up», donde reflexionarán
temas lanzados por el Papa Francisco: ecología integral, amistad social y
misericordia. Estos se realizarán en las iglesias y lugares cercanos a
donde se estarán hospedando.
Otra novedad será la Ciudad de la
alegría, en la que se juntarán la Feria Vocacional y el Parque del Perdón,
donde se encontrarán a Cristo en medio de ellos, invitándolos a hacer un camino
del perdón a la vocación y de la vocación al perdón. Además, en el
Festival de la Juventud, los peregrinos compartirán eventos culturales,
religiosos y deportivos creados por ellos mismos.
Encuentros con el Papa Francisco
Durante la semana de la Jornada
tendrán momentos de fuerte oración que comenzarán con la misa de apertura;
después, llegará el Papa Francisco y estará con ellos en el viacrucis, la
vigilia ante el Santísimo y la Misa de envío, donde se anunciará la sede de la
próxima JMJ en el 2025.
Los jóvenes que han tenido la
dicha de participar en las Jornadas anteriores no regresan igual, sino
fuertemente sacudidos por la voz de Dios. Ellos saben que tienen un compromiso
con Cristo, sobre todo para dar testimonio de lo vivido esos días, que les
dejan lazos de amistad y la certeza de que Dios quiere exactamente lo mismo que
anunció el Señor Jesús hace 2 mil años: que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad (1Tim 2,
4). En eso está la santidad: en cumplir la voluntad de Dios.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia






