Ricardo Benito, padre de trillizos y mellizos: «lo importante es traer vida para el cielo»
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En la festividad de San Joaquín y Santa Ana, Ricardo Benito recibe a ReL para hablar del secreto para ser tantos en la familia y querer estar siempre juntos. |
Ricardo Benito nació en Madrid —aunque su familia era de
Salamanca—, ha dedicado su vida a la docencia, fue misionero en Ecuador durante
tres años junto a su mujer y a sus hijos y, a los 78 años, confiesa que nunca soñó con tener una familia tan
grande.
Sus nueve hijos —entre los que hay trillizos, mellizos, un
sacerdote...— y sus 39
nietos —está en camino el número 40— son la fuerza que le levantan
cada día de la cama, además, por supuesto, de una fuerte cercanía a Dios.
Hace un año perdió a su gran compañera de vida, su mujer, "la
abuela Milagros", y desde entonces se ha convertido, sin quererlo, en el
gran referente de esta numerosísima familia. En la festividad de San Joaquín y Santa Ana, patronos de los
abuelos, Ricardo recibe a Religión en Libertad para hablar del secreto de
ser tantos y de querer estar siempre juntos.
Su técnica para recordarlos
"Jamás soñé con tener tantos nietos, incluso, ya los hijos,
fueron una sorpresa para mí. Cuando
tenía como 15 o 20 nietos yo ya decía 'dayenú': 'esto nos habría bastado'.
Acabo de tener el nieto número 39, y en unos meses alcanzaré los 40",
comenta con alegría.
Miembro del Camino
Neocatecumenal desde joven, Ricardo no cree que tener tanta familia
sea una heroicidad sino la respuesta a un llamado. "Mi mujer y yo
recibimos una predicación sobre la apertura a la vida en la que se nos decía que lo más importante
es poder dar vida para el cielo. Tengo que reconocer que es fruto de la fe
y no de nuestras obras, de una gracia especial que el Señor nos concedió",
señala el padre de familia.
A la hora de hablar de sus nietos, Ricardo solo desea que puedan
recibir la misma palabra que él recibió antes de casarse. "Esto mismo es
lo que pido para mis nietos, que se encuentren con Dios y que puedan ser
cristianos. Así como
ocurrió con mis hijos, que se transmita la fe a la siguiente generación. Los
nietos mayores, que son ya veinteañeros, están empezando el Camino y debemos
dar gloria a Dios", afirma.
Aunque son 39 nietos, casi 40, Ricardo se acuerda del nombre de
todos ellos. De los cumpleaños, es cierto, reconoce que ya no, por ahora solo
se sabe los de sus hijos. "Los nombres me los sé, claro, los he
escrito hace poco, además, a mis 78 años, recordar a cada uno me sirve como
ejercicio mental. Mi
técnica es localizar a la familia y después centrarme en los hijos uno por uno,
y me salen todos", asegura.
Este "superabuelo" reconoce que lo que más le gusta
hacer con sus nietos es simplemente estar con ellos. "Me gusta acompañarles en los juegos, hablar con los más
pequeñitos, les cuento cuentos. No me gusta consentirles, pero si están
delante sus padres dejo que sean ellos los que les reprendan. También me
gusta rezar juntos, los nietos se dan cuenta de detalles que a ti se te
escapan, se acuerdan antes que tú de los ancianos y de los enfermos en sus
oraciones", comenta.
Ricardo está muy orgulloso de sus nietos y siempre que puede habla
de ellos, aunque sea interiormente. "Le hablo mucho a Dios de mis nietos, sobre todo cuando
alguno pasa por alguna situación problemática o si veo que están en crisis. Los
tengo siempre muy presentes. Le hablo más a Dios de mis nietos que a los nietos
de Dios", afirma.
"Los que ya tenemos una edad siempre comentamos que si para
los hijos fueron tiempos difíciles, para los nietos será mucho peor. Si ellos
se afianzan en encontrar el sentido de la vida, el Señor les protegerá como lo
hizo con nosotros. Tener
hoy una postura cristiana es ir en contra de un ambiente de mundo muy fuerte.
Debemos caminar en la esperanza, aunque tengo cierto reparo del mundo que se
está desencadenando", añade.
En la festividad de los abuelos, Ricardo ve muy importante
redescubrir esta figura dentro de la propia familia. "El abuelo debe
ayudar a los padres a transmitir la fe, es cierto que ahora les toca
principalmente a ellos, pero es importante acompañarlos. La figura del abuelo
en la familia es todo un símbolo. Los nietos observan que vas a la Iglesia y se enteran en seguida de que Dios
ha hecho una historia con sus padres y con sus abuelos. Todo eso lo
reconocen y lo guardan como un sello muy fuerte", asegura.
Un corazón agradecido
Para Ricardo la clave de querer estar juntos, a pesar de ser
tantos, es la reconciliación. "Lo importante es la unidad del matrimonio,
que los hijos y los nietos vean que te reconcilias con tu mujer, que os pedís
perdón. Y, por supuesto, la fe en el Señor. Cuando se experimenta la diferencia con el otro aparece ese
vínculo sobrehumano que es el Señor. Él es el que supera todas las
fronteras, el que nos da vida por medio de su muerte y resurrección. Toda
muerte es destruida y es posible amar al otro porque existe la redención. Esto
se descubre cuando superas una crisis... y los nietos se dan cuenta de
ello", explica.
"La familia es muy importante, porque es un sostén que te
mantiene de pie. Es donde puedes expresarte como eres y donde no se
escandalizan de ti. En el mundo tratamos de aparentar cosas que no somos, pero
en la familia te muestras como eres: riñes, te reconcilias… El apoyo de la
familia es fundamental, la iglesia la llama 'la Iglesia doméstica'. Cuando, además de ser familia, se da la
unidad en el Espíritu esto te reconforta de forma doble", asegura
Ricardo.
A un año de su pérdida, el padre y abuelo de los Benito Pascual
echa mucho en falta a su mujer y la valiosa figura que esta suponía para todos sus hijos y nietos,
Milagros se desvivía por ellos.
"La compañía de la mujer en el matrimonio es muy fuerte. Han sido 46 años de casados y es
tremenda la repercusión que tiene la abuela. Ellas suelen estar más ligadas
a los hijos, a los yernos y a los nietos. En este sentido, aunque ahora me veo
un poco más solo, también creo que mis nietos están muy cercanos a mí y que me
aprecian, y yo también les quiero. Procuro tener un corazón agradecido, porque
cuando los veo a todos juntos no me lo acabo de creer", reconoce Ricardo.
Con una familia tan grande, reunirse todos se hace cada vez más
complicado, aún así, procuran hacerlo al menos una vez al año. "Los
encuentros ya son imposibles en las casas, podemos llegar a ser 60 personas.
Llevamos varios años reuniéndonos en una casa de convivencias al final del
verano. Encontrarnos todos es un milagro y una bendición. A los nietos además
les encanta verse. Durante el curso lo que hacemos es celebrar varios cumpleaños a la vez en
el salón de una parroquia", explica.
La charla va llegando a su fin y a la pregunta de cuántos nietos
más tendrá la próxima vez que ReL llame a su puerta, Ricardo responde
entusiasta: "No sé, esos son los misterios del Señor, pero todavía falta alguno, seguro que
sí, aunque ya mis hijos van siendo mayorcitos".
Juan Cadarso
Fuente: Religión en Libertad