Obispo y Mártir
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Primeros cristianos |
Martirologio Romano: San
Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las
insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y
es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de
Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de
julio (c. s. II)
Breve Biografía
SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía,
en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de
Jesús.
Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del
Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la
Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.
Durante el reinado del emperador
Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como
embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el
cristianismo.
San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció
durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el
nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.
La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono
imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber
organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.
Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido
inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia
Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin
milagrosamente a una hambruna.
Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.
Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de
San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el
siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.
SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron
que padecer los santos fundadores del cristianismo.
Por: P. Felipe Santos
Fuente: Catholic.net