La castidad es una conducta de templanza que toma un individuo sobre el control de los actos y placeres sexuales
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La castidad es la pureza sexual.
Las personas que son castas son moralmente puras en pensamientos, palabras y
obras. La castidad significa abstenerse de cualquier relación sexual
prematrimonial. También significa ser completamente fiel al cónyuge en el matrimonio.
La palabra castidad deriva del
latín castitas, que se refiere a “casto”. Entre los sinónimos que se
pueden emplear para referirse a castidad están las palabras honra, pureza,
pudor, decoro o virginidad. Lo contrario a castidad se denomina como lujuria,
sensualidad o impureza.
Uno de los grandes referentes del
cuidado del cuerpo y de la sana sexualidad en la Iglesia católica es san Juan
Pablo II, quien creó la Teología del
cuerpo, que es el título que le dio a las 129 catequesis sobre el amor,
la sexualidad humana y el matrimonio.
San Juan Pablo en estas
catequesis nos plantea, no solamente una visión renovada de la sexualidad
humana y el matrimonio, sino una visión renovada del hombre y de la mujer como
imagen de Dios y, por implicación, una visión renovada de la doctrina católica
completa.
Desde Aleteia te compartimos
cinco puntos importantes que San Juan Pablo II nos dice que no significan
castidad:
1. QUE NO TE ATRAIGA NADIE MÁS
No se trata de no sentir
atracción hacia otra persona del otro sexo que no sea el cónyuge, sino saber
hacerlas a un lado voluntariamente.
2. NO SABER DOMINAR TUS PASIONES
No es la ausencia de sentimientos
hacia otras personas, sino saber dominar dichos sentimientos, y no ser dominado
por ellos.
3. DEJARSE LLEVAR
Es importante no dejarse llevar
por emociones o deseos sexuales hacia otra persona que no sea el propio cónyuge,
teniendo dominio de sí y procurando evitarlos.
4. NO TENER MALOS PENSAMIENTOS
No se trata de que no tengamos
malos pensamientos, sino saber quitarlos de nuestra mente y no deleitarse con
ellos.
5. NO SENTIR MIEDO
El hombre o mujer valiente no es
el que no siente miedo, sino el que, al sentirlo, lo vence y no se deja vencer
por él.
Recuerda que…
«El hombre o la mujer casto no es
el que no siente los impulsos de su tendencia sexual, sino el que, al
sentirlos, los domina. No se esclaviza a ellos, sino que se hace amo de ellos
responsablemente» (San Juan Pablo II).
Si el hombre y mujer, al casarse,
han prometido ser fieles, se han comprometido a entregarse totalmente. Han de
luchar, pues, para ser responsables de las consecuencias de aquella decisión
que libremente tomaron el día de su boda.
Ahora bien, la virtud de la
castidad no es nada más esa fuerza que guía al espíritu para defender el amor
de los peligros del egoísmo y de la agresividad, sino que, además, sabe promoverlo
hacia su realización plena.
Toma en cuenta que siempre es
indispensable la oración para poder combatir cualquier tipo de tentación; en
ella podemos incluir la intercesión de San Juan Pablo II para poder salir
adelante de la prueba.
Mia
Schroeder
Fuente: Aleteia